miércoles, 20 de diciembre de 2023

 

TEMA  :      “MARÍA ES REINA ALLI DONDE JESÚS ES REY”.

FECHA: MES DE MARÍA /  DÍA XXVI° /  REINA DE LOS ÁNGELES .

Hace 1671 años atrás, un monje emigró desde Jerusalén hasta la ciudad de Asís en Italia donde trajo unas reliquias que contenían elementos de la casa de la Virgen María colocándolas en un templo que se  llamó Nuestra Señora de los Ángeles. Posteriormente, el año 511 aquel templo lo tomo a su cuidado San Benito de Nursia junto a un grupo de religiosos quienes lo cedieron a San Francisco de Asís el dos de agosto del 1215. ¡Toda una historia de santos alrededor de la advocación de la Reina de los Ángeles que hoy honramos!

En primer lugar, la Iglesia siempre ha reconocido a la Virgen como Reina, por ser Madre de Jesucristo, que dijo claramente ante Poncio Pilato: “Yo soy Rey y para esto he venido al mundo”, revistiéndose de los tres signos de realeza como fueron: la corona de espinas, la caña en sus manos como cetro de poder y el manto de color purpura que fue su sangre que cubría todo su cuerpo. La designación de la realeza de la Virgen está unida a la realeza que ejerce sobre el universo.

Todo poder de Dios Padre es participado a su Hijo, y por esto, la Virgen es llamada Reina, de todo lo creado, en la tierra –la Iglesia, los Apóstoles, la familia- y en las realidades celestiales –el cielo, la gracia,  las almas, y los ángeles).

Así como la madre goza al interior del hogar y la familia de un lugar principal, ejerciendo con sabiduría, permanencia, y bondad su rol de mujer, esposa,  madre y abuela, la Santísima Virgen, como Reina de los Ángeles cumple la misión, desde su Asunción al Cielo en cuerpo y alma, de regir -por legación divina- en misericordia la justicia en bien de nuestra bienaventuranza eterna. En este mundo nadie puede querer lo mejor para nosotros y saber cómo obtenerlo, como lo conoce nuestra  Madre y Reina de los Ángeles, por esto,  podemos acudir en todo momento a Ella –particularmente- en el umbral de la vida misma.

El rol que cumple nuestra Madre del Cielo es único e insustituible, porque fue asociada, de una vez para siempre el día de la Encarnación del Verbo, a la Redención, por lo que Ella interviene en todo momento no sólo con la bondad de una madre, que lo es, sino –además- como Reina poderosa,  que lo es.

 

Hay tres momentos donde los Ángeles están sirviendo alrededor de la Virgen María: Cuando el Arcángel Gabriel le anuncia que será la Madre del Mesías; cuando nace Jesús en Belén un coro de Ángeles entonó en Cielo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”; y, cuando la Virgen fue asunta en cuerpo y alma a los cielos.

Sin duda, los Ángeles que adoran permanentemente a Dios y hacen en todo momento, y por toda la eternidad, sólo lo que Dios quiere, honran de manera especial a la Madre de Dios, con más fervor que el que cualquier creatura en este mundo pueda profesar.

El amor de los Santos hacia la Virgen es enorme: San Maximiliano Kolbe dijo que: “La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad.  Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso, nuestro ideal debe ser influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas”.

San Luis María Grignion de Montfort dice: “María es la Reina del Cielo por gracia, como Cristo es su Rey por naturaleza y por conquista. Ahora bien, así como el Reino de Jesucristo consiste principalmente en el corazón o interior del hombre, según estas palabras: “El reino de Dios está en medio de vosotros” del mismo modo, el reino de la Virgen está principalmente en el interior del hombre, es decir, en su alma. Ella es glorificada sobre todo en las almas juntamente con su Hijo más que en todas las criaturas visibles, de modo que podemos llamarla con los Santos: ¡Reina de los corazones!”.

 

El magisterio pontificio ejercido por el Beato Pio IX encierra  para nuestra comunidad parroquial una vital importancia, pues él definió el dogma de la Inmaculada Concepción y celebró la Santa  Misa ante la imagen Patronal que estaba en el altar principal del primer templo porteño: “Escuchen estas nuestras palabras todos nuestros queridos hijos de la católica Iglesia, y continúen con fervor cada vez más encendido de piedad, religión y amor, venerando, invocando, orando a la Santísima Madre de Dios, la Virgen María, concebida sin mancha de pecado original, y acudan con toda confianza a esta dulce Madre de la Misericordia y Gracia en todos los peligros, angustias, necesidades, y en todas las necesidades y en todas las situaciones oscuras y tremendas de la vida.

Pues nada se ha de temer, de nada hay que desesperar, si ella nos guía, patrocina, favorece, protege, pues tiene para con nosotros un corazón maternal, y ocupada en los asuntos de nuestra salvación, se preocupa de todo linaje humano, constituida por el Señor Reina del cielo y de la tierra y colocada por encima de todos los coros de los Ángeles y coros de los santos, situada a la derecha de su unigénito Hijo nuestro Señor Jesucristo, alcanza con sus valiosos ruegos maternales y encuentra lo que busca y no puede quedar decepcionada(Bula Ineffabilis Deus, S.S. Pío IX, 8/12/1958).

El hecho que la Virgen haya sido reconocida como Reina nos recuerda que Ella permanentemente ejerce como tal, no teniendo pausa en su atención, diligencia y servicio,  en beneficio de las almas ni en el ejercicio de su reinado maternal. Intercede constantemente y sin descanso por sus hijos, hecho que los ángeles reconocen y honran perpetuamente, por lo que con toda propiedad muestra Madre del Cielo puede y debe ser reconocida como “Reina de los Ángeles”.

En efecto, la Virgen envía a los ángeles a hacer los “mandatos de misericordia” para convertir a los pecadores con inspiraciones angélicas y para frustrar los engaños del Maligno. Nuestra Iglesia Católica en la tierra es un amplio reino de almas que tienen múltiples necesidades, con una misión divina a realizar en medio de una cruda guerra espiritual. Nuestra Señora es la Reina de la Iglesia, que dispone todo el ejército de los ángeles del cielo que el Señor ha puesto a su disposición para el cumplimiento de su voluntad.

 

¡Que Viva Cristo Rey!







 

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