domingo, 31 de diciembre de 2023

 

TEMA    :  ¡RECIBIMOS UN TROZO DEL CIELO!

FECHA: HOMILÍA PRIMERA COMUNIÓN SAINT PETER’S SCHOOL  2023

1.    “Crezcamos en todo hasta Cristo” (Efesios IV, 15).

Queridos niños: Por fin ha llegado el día de la Primera Comunión, para lo cual, se han preparado a lo largo de este año con especial interés, y no han dejado de contar con la ayuda de vuestros padres que, por medio de la participación en la Catequesis Familiar han ido junto a vosotros buscando y encontrando al Señor con el fin de que a partir de este día tengan una vida marcada por la presencia del Señor en todo pensamiento, en cada palabra y permeando con su gracia cada acción.

Por ello, hemos hecho la señal de la cruz en la frente, para implorar que todo lo que pensemos, recordemos y proyectemos tengan a Dios en su origen y fin; hicimos la señal de cruz en nuestro corazón para que lo que sentimos y  lo que queremos se funden en el amor de Dios, y finalmente,  hicimos el signo de la cruz en nuestros labios para que las palabras dichas no dejen de profesar la bondad y la verdad que emergen y convergen desde y hacia el Corazón de Jesús.

En esta búsqueda de Dios no lo hacemos porque hemos autónomamente tomado la iniciativa, sino más bien, dado respuesta consiente y libre a Dios apoyados en la luz de la fe que ilumina nuestro entendimiento y el don de  fortaleza que mueve nuestra voluntad a buscarle.

Por eso, no caminamos “a tientas”, como buscando a un Dios huidizo que juega a las escondidas, sino por el contrario, es Él quien ha venido a nuestro encuentro y se ha revelado –precisamente- para que le encontremos…! Nuestro Dios no juega a las escondidas sino a las encontrradas!

El gozo que cada uno experimenta al ser encontrado cuando se ha extraviado es indescriptible, tal como lo vimos con aquellos jóvenes accidentados en la Cordillera de Los  Andes el trece de octubre de 1972 permaneciendo setenta y dos días en la montaña, o el caso más reciente, de un grupo de mineros que bajo seiscientos   metros lograron no sólo ser encontrados sino rescatados con éxito luego de setenta días. En uno y otro caso hubo lágrimas de incertidumbre y temor que dieron paso a lágrimas de felicidad porque fueron encontrados.

 

 

2.  “¡Ya estamos, ya se posan nuestros pies en tus puertas, Jerusalén!” (Salmo CXXII).

En esta mañana de día Sábado, queridos niños, ustedes encuentran y son descubiertos por el Señor Jesús, quien hace dos mil años hizo el sacrificio más grande que un ser humano puede hacer por los demás, porque siendo el hijo unigénito Dios de verdad, cada esfuerzo, cada desprecio, cada dolor que asumió lo hizo en cuanto Dios y hombre a la vez, por ello,  fue un acto único, perpetuo y pleno respondiendo a sus atributos divinos: Todopoderoso, Eterno y Omnicomprensivo.

Hace un instante les recordé  el accidente acontecido por unos jóvenes rugbistas uruguayos: Dos de ellos descendieron para pedir ayuda, para lo cual,  debieron subir una montaña de cuatro mil metros sin los elementos especiales, caminar cuarenta kilómetros en medio del frio y la oscuridad durante diez días, llevando en sus hombros el recuerdo de sus catorce amigos que sobrevivieron a la caída del avión.

Ellos hicieron vida lo dicho por Jesús: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los suyos”, y es inevitable pensar que aquellos alumnos integrantes de un Colegio tradicional Católico e integrantes del Old Christians Club, no tuviesen en sus corazones la imagen no sólo de las palabras de Jesús sino de lo hecho por nuestro Señor el día de su Pasión, donde entregó su vida para rescatar a los que vivían en tinieblas.

Recibir la Primera Comunión implica subir junto a Jesús y ser partícipe de su entrega, al punto de poder repetir cada uno en este día: “Jesús me amó y se entregó por mí”, asumiendo que el valor pagado por el Padre Eterno para salvarnos pasa por la sangre derramada por su Hijo en lo alto de la Cruz del Calvario. ! Valemos la Sangre de Cristo!

Este acontecimiento -de manera misteriosa pero real- se revive en cada celebración de la Santa Misa donde sobre el altar las especies de pan y vino se transforman totalmente en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, pues el mismo que tenía poder para resucitar al hijo de la viuda de Naim, de dar vida a la hija de Jairo y revivir a su buen amigo Lázaro de Betania; es el mismo que tuvo poder para cambiar seis tinajas agua en el mejor de los vinos en Caná de Galilea, o multiplicar panes y peces para alimentar a una muchedumbre.  Los cuatro evangelios –Mateo, Marcos, Lucas y Juan- describen treinta y tres milagros, con la salvedad que “hay muchas otras cosas que hizo Jesús,” (San Juan XXI, 25), y estas han sido escritas –especialmente- para fortalecimiento de nuestra fe.

Como en cada uno de esos milagros –Nuestro Señor-  tuvo la intención y el  poder de hacerlo, y es en la Ultima Cena donde nuevamente de manera voluntaria realizó el mayor de los Milagros, del cual todos –sin excepción- fueron signo o señal de lo que hizo en aquel Cenáculo de Jerusalén junto a sus Apóstoles, que recibieron de manos de Jesús no un trozo de pan bendito sino al Autor de toda bendición. ¡Es Jesucristo! A quien recibirán en unos momentos más, por ello,  no hay un momento más sublime, ni más cercano, para estar con Dios en este mundo que recibirlo sacramentalmente al momento de comulgar, tal como lo harán hoy por primera vez.

Los mejores hijos de la Iglesia que son los Santos tuvieron siempre un amor entrañable por la Hostia Santa, haciendo esfuerzos heroicos y, en ocasiones martiriales para poder estar con Jesucristo: San Tarsicio, Patrono de los Acólitos el año 215 se negó a colocar en manos infieles la Hostia sagrada optando por morir antes que entregar a Jesús; el Cardenal Francois Xavier Nguyen Van Thuan fue tomado prisionera durante trece largos años en Vietnam y para poder celebrar la Misa diaria colocaba un trozo de pan y un poco de vino en su mano y repetía de memoria las oraciones litúrgicas, lo que hizo convertir a Cristo y su única Iglesia a sus guardias.

Nuestra gran Teresa de Los andes el día que recibió la Primera comunión escribió en su diario de vida:  “recibí un trozo del Cielo”,me sentí como estando en el Cielo”, y es que resulta imposible no experimentar tal gozo y certeza cuando la fe es alimentada con la presencia del mismo Jesucristo, tal como ustedes hoy recibirán, recordando que le pedirán al Señor poder recibirle en el futuro con el mismo amor, pureza y deseo que le reciben ahora; con la misma generosidad y rectitud de intención acoger sacramentalmente en el futuro; y, no dejarán de tener presente las palabras pronunciadas por Jesús en cada Santa Misa:  “Esta es mi Sangre, Sangre de la alianza, San Mateo XXVI. 28).  ¡!Qui pro vobis et pro multis effundetur in remissionem peccatorum!                     

Niños: Nunca se acostumbren a recibir a Jesús en la Hostia sin dejar de sorprenderse  del amor que tiene para cada uno de nosotros; nunca se acerquen a recibir la Hostia Santa teniendo la certeza de no estar con el corazón limpio de haber cometido un pecado  grande (mortal); siempre acérquense a comulgar cuando perciban soledad y debilidad, pues Jesús viene a nosotros para que tengamos “vida en abundancia” (San Juan X, 10). Que la Virgen Madre, la Mujer Eucarística a la que hoy veneramos conceda la gracia de recibir a Jesús como si fuera la primera, única y última vez en la vida. ¡Que Viva Cristo Rey!

No hay comentarios:

Publicar un comentario