martes, 6 de noviembre de 2018

JESÚS EUCARISTÍA RAÏZ DE NUESTRA ESPERANZA


TEMA  :            “JESÚS EUCARISTÍA RAÏZ DE NUESTRA ESPERANZA”.

FECHA:  HOMILÍA PRIMERA COMUNIÓN SAINT PETER’S SCHOOL  /  2018.

Con inmensa alegría nos reunimos para celebrar la Santa Misa de Primera Comunión de un grupo de alumnos del Saint Peter’s School. Lo hacemos en un triple contexto que nos abre el abanico de la gracia de Dios: La celebración del Año Eucarístico Nacional. Los mayores recordamos los grandes encuentros que hubo en Chile en torno a la presencia de Jesús sacramentado, particularmente  el realizado en 1980, el cual colmó de fieles el magno Estadio Sausalito. Este Año se inició con la visita del Romano Pontífice y culminará, Dios mediante,  en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
En segundo lugar,  resulta imposible obviar lo que está siendo la celebración del Primer Centenario de la fundación de nuestro  Colegio. Un siglo de bendiciones y fidelidades en torno a procurar la mejor educación de los alumnos que no puede obtenerse eficazmente sin una oportuna y seria formación espiritual, para lo cual,  resulta necesaria la asignatura de religión católica en todo el crecimiento de nuestros alumnos desde la pre-básica hasta cuarto año medio.


                                                         PASTORAL SAINT PETER’S SCHOOL CHILE
Mientras más adelante se avanza en el conocimiento,  más amplia ha de ser la educación referida a la Fe, toda vez que la ciencia con toda su riqueza conduce necesariamente a una rica vida espiritual, ávida de ahondar en la verdad, el bien y la belleza,  los cuales como en una melodía deben subsistir armónicamente unidos.

En tercer lugar, no menor resulta hacerlo al estar en un templo dedicado a la Virgen María, tan profundamente enraizado en la cultura inglesa, la cual,  durante siglos ha bebido la sabia de la fe regada con la fidelidad de los primeros misioneros llegados a la isla de los santos en el siglo IV, y que no ha dejado de entregar los frutos de santidad y martirio como germen de nuevos hijos de la Iglesia por medio de la persecución. La entrega del Santo Escapulario que constituye un verdadero seguro de vida eterna, está unido al mundo anglosajón en la persona del religioso carmelita inglés  San Simón Stock quien lo propagó por el mundo entero.
Celebración que se hace en día sábado que la Iglesia dedica a honrar a la Virgen madre, dada por Jesús en lo alto de la Cruz: “Mujer ahí está tu hijo” (San Juan XIX, 27)

SANTA MISA PRIMERA COMUNIÓN VIÑA
Hoy queremos  detenernos en la figura maternal de la Virgen María,  de la cual se refleja nuestra Iglesia instituida por Jesús. Ella,  como la Virgen Santísima, es Madre, ella como nuestras mamás, es Madre de verdad.
a). La madre es maestra: Enseña en todo momento. No se cansa de buscar una nueva oportunidad para impartir una lección. No decae su esfuerzo hasta que logra encaminar a quien es sangre de su sangre y vida de su vida. Porque es su hijo le enseña con viento a favor o viento en contra,  aunque deba soportar las tempestades de la incomprensión y hasta el menosprecio de quien es el  fruto de sus entrañas. No duda en exigir, no duda en proponer sacrificios porque ella los ha enfrentado primero.
b). La madre es virtuosa: Porque “un ciego no puede guiar a otro ciego” (San Lucas VI, 39), la madre es fuente de virtudes divinas y humanas, que no se avergüenza de postergarse y hacerse casi invisible con el fin que cada uno de sus hijos crezcan en lo fundamental como es la virtud. ¿De qué le sirve a un hijo ser letrado si acaso no es buena persona? Uno vale lo que vale para Dios, en tanto que  valemos lo que amamos, toda vez que “donde está nuestro tesoro allí estará nuestro corazón”. Una madre –como nadie- sabe qué requiere el hijo para ser mejor, y no dudará en exigir lo que sea necesario para que vaya por el buen camino que no puede ser otro que el de crecer en las virtudes.
c). La madre es paciente: El hecho de estar nueve meses en el vientre materno, con todo lo que ello implica, hace que las madres vivan esperando, son especialistas en descubrir que para que exista un nacimiento feliz debe haber un cuidado permanentemente en los meses de embarazo. De igual manera,  es la madre la que no se cansa de esperar las primeras palabras y  los primeros pasos de sus hijos, también en plano de la fe y de la vocación.
d). La madre es intercesora: Allí donde está un hijo en problema está la madre dando la cara. Su cercanía no defrauda a pesar de la debilidad y maltrato de los hijos. Es conocido el refrán que “una madre puede cuidar diez hijos pero no siempre diez hijos pueden cuidar de una madre”.  ¿Por qué tan honda ingratitud? Misterio que asume aquella que por ser gestora y portadora de la vida sabe que es la segura medianera de las bendiciones de Dios.


De nodo semejante hoy queremos que esta Primera Comunión les lleve a amar vivamente a nuestra Madre la Iglesia. Como lo hicieron los primeros discípulos  los cuales se tuvieron como sujetos de apostolado cumpliendo el mandato dado por el Señor  Jesús en lo alto del Monte  Tabor: “Vayan  al mundo entero enseñando lo que yo les he dicho y bautizando” (San Mateo XXVIII, 19-20).
Ellos no disponían de tantos medios técnicos…no poseían mayores conocimientos…no eran poliglotas cosa importante  para poder comunicarse…no tenían organigramas ni planes de pastoral prestablecidos, entonces,  resulta evidente preguntarse respecto de cómo fueron ellos capaces de ir por el mundo entero, de hacer que un mensaje dado en un territorio muy reducido, por una sola persona que era Jesús, se haya podido expandir a todos los confines del mundo conocido hasta entonces y, permanezca vigente en gran parte del mundo conocido en la actualidad.
La respuesta no está en la técnica ni en los medios, tampoco en las humanas capacidades y conocimientos, la respuesta permanece anclada en la gracia dada por el Señor Jesús que los llamó y los constituyó como continuadores de su misión. Por eso,  responden: “En tus manos echaremos nuevamente  las redes”…”Señor, ¿Dónde podemos ir? ¡Sólo tu tienes palabras de Vida Eterna!” (San Juan VI, 68).
Teniendo a Jesús en sus vidas, procurando crecer en las virtudes de la fe esperanza y caridad, por medio de la oración confiada y la frecuente recepción de los sacramentos podemos tener la certeza que  nada –absolutamente- nada nos desviará del buen camino de buscar en todo y siempre la santidad.
El gran Apóstol San Pablo así lo explicita: “¿Quién nos arrebatará el amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? Más, en todas estas cosas vencemos por aquel que nos amó. Porque persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo venidero, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá arrancarnos al amor de Dios en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos VIII, 35-39).

SACERDOTE JAIME HERRERA GONZÁLEZ


Hoy viene Jesús sacramentado por primera vez a vuestra alma. Todos hemos tenido la experiencia de la pureza que encierra lo nuevo: un amanecer (con el roció matinal de nuestros campos), una página en blanco (al inicio del año escolar) , el verdor de un campo primaveral, en cada uno de ellos todo anuncia la esperanza, todo invita a la creatividad, todo exhorta al despertar.
De modo similar, el acto de la primera vez que se recibe a Jesucristo nos despierta la fe para evitar la somnolencia de la mediocridad espiritual, nos hace buscar insospechados caminos para la vivencia de la caridad fraterna nacida y sostenida desde el amor a Dios.
De modo misterioso, porque vuestros padres se han preparado en la Catequesis Familiar, porque ustedes se han confesado y se han dejado perdonar con las palabras de la absolución: “yo te absuelvo de todos tu pecados”, porque de rodillas inclinarán el corazón para recibir a Jesús Sacramentado, todo ello es motivo fundado de la verdadera esperanza propia del creyente que coloca en Cristo su seguridad. Junto a Él solo puede haber belleza, bondad y verdad, lejos de Él no deja de surgir lo grotesco, el egoísmo y la mentira.


                                                CAPELLÁN SAINT PETER’S SCHOOL CHILE
En consecuencia,  hoy es un día para optar, como muchas veces deberemos hacerlo a lo largo de nuestra vida. Es una hermosa jornada para colocarse del lado de Cristo y de su Iglesia que más allá de las debilidades, pecados y delitos, de algunos de sus miembros, permanece incólume en su caminar, lozana en su búsqueda y firme en el encuentro con Dios que siempre puede más, toda vez que el amor vence siempre y ¡Dios es amor! (1 San Juan IV, 8).
Como ayer,  hoy con San Alberto Hurtado les digo: “Busquen a Cristo, encuentren a Cristo y vivan con Cristo”. Este itinerario de vida espiritual no tiene fecha de vencimiento ni está sujeto a la caducidad de las modas pasajeras que suelen encandilar la mente y adormecer la voluntad.
Además, es un programa de vida que les garantiza vivir de manera autentica y plena, con la frente en alto al momento de proponer con vuestro apostolado que vale la pena vivir con el amor de Cristo cada uno de los mandamientos, cada una de las enseñanzas que nuestra Iglesia como madre y maestra no deja de darnos.
El camino de la fidelidad es el camino de la felicidad: No hay atajos en este camino, no hay sendas expeditas, sólo Cristo que viene en cada Eucaristía a nuestra vida puede darnos una existencia verdaderamente armónica en la cual,  se integre todo lo que es bueno,  bello y verdadero. Nuestras palabras y acciones, lo que pensemos, digamos y hagamos debe restar revestido de este primer encuentro con Jesús Sacramentado. Sólo Él es capaz de ampliar el corazón para experimentar en primera persona que “Dios nunca es rival de nuestra libertad sino su principal garante(Benedicto XVI).
Hoy nuestra Santa Misa está marcada por la virtud teologal de la esperanza. Porque como niños que son,  encierran la posibilidad de un mundo más cercano a Jesucristo, quien no dudó en colocarlos como ejemplo de su seguimiento diciéndonos: “Si no os hacéis como niños no entrareis en el Reino de los Cielos” (San Mateo XVIII,3).
Hace más de un año hubo (2017) un feroz megaincendio en la  zona central de nuestra Patria, entre las regiones de O’Higgins y El Maule. Más de medio millón de hectáreas quemadas lo erigen como el incendio más grande de toda nuestra historia. Allí donde todo fue arrasado, ha surgido una especie de flor que había sido dada por extinguida hace casi un siglo. Esta noticia publicada hace unas semanas en un  diario capitalino (El Mercurio), nos hace pensar cómo Dios es capaz de mostrar hasta en la misma naturaleza que a pesar de humanamente ver todo arrasado por el fuego  no dejan de manifestarse –ahora-  con su aroma y delicadeza las flores que son vestidas por el mismo Cielo, tal como nos lo recuerda el señor Jesús en el Santo Evangelio: “Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se hecha al horno, Dios la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros?” (San Mateo VI, 24-34).
Entonces, bien podemos mirar  cómo el Señor no dejará de bendecir a nuestra Iglesia local en medio de la mayor crisis pastoral de su historia,  con el reverdecer de nuevos santos, de nuevas vocaciones, de nuevos movimientos que entreguen la debida lozanía al campo del Señor que es la Iglesia.
No es un entusiasmo etéreo el que nos mueve, sino el concreto amor de Cristo en medio nuestro el que fundamenta nuestra esperanza y fe, a la vez que nos impulsa a vivir la caridad fraterna como sello distinguible de cuantos descubrimos a Jesús como el único: “Camino, Verdad y Vida” (San Juan XIV, 6). ¡Que Viva Cristo Rey!

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