viernes, 16 de noviembre de 2018


TEMA  :  LA VIRTUD DE LA ESPERANZA EN LA VIRGEN MARÍA

FECHA:  SEXTA  MEDITACIÓN  /  MES  DE  MARÍA  /  AÑO  2018

“El hombre es lo que espera”. Por medio de la virtud de la esperanza ordenamos y purificamos lo que hacemos hacia Dios, quien es el que lleva a plenitud todo lo que podemos anhelar.
Actualmente están muy de moda los gimnasios para fortificar el cuerpo. El club social y las bibliotecas de antaño han dado paso a estos centros sociales del deporte, donde quienes acuden a ellos se ejercitan de manera sistemática.  Respecto de nuestra alma, también podemos hacer “ejercicios”, por lo que el gimnasio para fortalecer la virtud de la esperanza pasa por medio de:
a). El ejercicio de la oración: Así como el acto de respirar es tan necesario para seguir viviendo, del mismo modo la oración lo es para seguir esperando las bendiciones de que Dios libremente quiera concedernos. Por medio del acto de rezar potenciamos el anhelo vivo de esperar con seguridad lo que Dios nos dará para bien de nuestra salvación.
Todo aquello que sirve para que seamos santos Dios no dejará de concedernos si lo pedimos con insistencia. El mismo Jesús nos invita a implorar al Cielo con la certeza que lo pedido ya nos ha sido concedido. Como un hijo que pide alimento a sus padres y estos se lo dan, el Señor no deja de entregar a su medida lo que a la nuestra en ocasiones nos frenamos en pedir. Dios va más allá de nuestra imaginación, Dios es más generoso que nuestras bondades, pues Dios siempre puede más, porque es Dios.
El acto de orar nos permite oxigenar el alma con el aire necesario para purificar nuestras intenciones y con ello poder cumplir mejor y permanentemente la voluntad de Dios.

Nuestra Madre del Cielo, a la que veneramos especialmente durante este mes, nos invita a crecer en el espíritu de oración  para fortalecer la virtud de la esperanza en medio de un tiempo de grandes desafíos para los creyentes  donde el “humo de Satanás” parece cegar el horizonte con una maldad tan arraigada como extendida. Mas, es la oración la que mejor “aquieta” nuestra alma en medio de tanta confusión


b). El segundo ejercicio es la penitencia: En tiempos de una cultura de la satisfacción y el placer, donde se privilegia que la persona evite todo sufrimiento, el ejemplo de lo que hizo Jesús durante su Pasión, y las diversas enseñanzas a “tomar la cruz de cada día” nos invitan a ofrecer de manera consiente y voluntaria las horas de prueba e incertidumbre que muchas veces debemos enfrentar, las cuales sin ser ofrecidas a Dios corren el riesgo de hacernos caer en la nostalgia y  en el vació existencial que encamina a la desesperación. Es una realidad indesmentible que las sociedades más esclavizadas por el consumo suelen tener altos índices de insatisfacción y suicidios, toda vez que cuando el corazón del hombre está lleno de sí mismo Dios no parece tener espacio alguno en su interior. Es claro, y hemos de reconocer que “el hombre necesita de Dios, de lo contrario queda sin esperanza”, lo cual parece ser una característica de nuestro tiempo.
La Virgen María en cada etapa de su vida fue capaz de repetir el acto de generosidad dado el día de la Anunciación: “Hágase en mi según tu palabra”, manifestando con ello su total conformidad hacia los designios del Dios.
c). Buscar el Reinado Social de Cristo: Cristo en todos y Cristo en todo. El liberalismo adolece de un error esencial, semejante a cuando un virus fatal llega a un computador y lo deja inservible, de modo semejante la separación de la fe y la vida hace que la vida cristiana se diluya como agua en saco roto cuando el virus del liberacionismo y del liberalismo anida en nuestra alma y la corroe.
Una Patria a la altura de Dios implica aceptar que las leyes que Dios nos ha dado impregnen nuestros códigos y constituciones, pues para el cat6lico no da lo mismo una Nación creyente que una atea. Lo dijo hace unos días un importante mandatario en el mundo: “Adoramos a Dios,  no adoramos al estado”. Hace tres años un mandatario latinoamericano consagró su Nación y su gobierno al Sagrado Corazón de Jesús, al poco tiempo fue llevado a juicio y destituido de manera mañosa, como recordando lo acontecido al presidente mártir de Ecuador, don Gabriel García-Moreno que fue asesinado por orden de la masonería por haber hecho que su país estuviese totalmente dedicado a seguir los dictámenes del Corazón de Cristo…lo que para algunos es casualidad para quien conoce el valor de seguir a Cristo tiene un costo que en los casos citados ha sido llegar a la plena configuración con Cristo en sus padecimientos y odiosas persecuciones.

Digámoslo fuerte y claro: El católico debe optar para que Cristo reine en toda nuestra sociedad no de manera ornamental ni como recurso de una moda temporal, sino que en  toda realidad como familia, educación, leyes, y economía  se difunda aquello que Dios pide para este mundo. ¿Hasta cuando permitiremos que Cristo permanezca arrinconado en las conciencias y cuatro paredes de nuestros templos?
El ejemplo de la Virgen María que supo esperar ante toda adversidad, tuvo como fundamento que Ella siguió un itinerario que nosotros podemos recorrer:
Certeza que el Señor está con nosotros: La vida espiritual se nutre de esperanza porque el poder y la bondad de Dios no defraudan a quien deposita toda su certeza y confianza en Él: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”. No hay seguridad mayor que podamos tener en este mundo que la que nos brinda el Señor por medio de su gracia. Saber que Dios está con nosotros nos hace crecer en la virtud de la esperanza, como a la Virgen que dice: “Se alegra mi alma en Dios mi salvador”.
La Esperanza nos hace seguir en camino: El saber hacia dónde vamos y con quién vamos nos mueve a seguir nuestro caminar hacia de bienaventuranza eterna. Por nuestra humana naturaleza afectada por las consecuencias del pecado original es frecuente caer, pero por la gracia de Dios es posible colocarse de pie y proseguir. Fray Junípero Serra, un santo religioso franciscano, gran misionero en Estados Unidos, fundador de varias ciudades en el estado de California, padecía una dolorosa enfermedad que le hacía cojear, solía decir: “! Siempre hacia adelante, nunca volver atrás”.
Participar de la Santa Misa: La certeza de estar con Jesús cotidianamente, en la celebración de la Eucaristía, nos permite tener el objeto de lo esperado ya presente en medio nuestro. Así, Jesús Eucarístico es motivo de esperanza para esta vida y la Eterna. “El que come de este Pan tiene Vida Eterna y Yo le resucitaré el último día(San Juan VI, 52-59). Nuestra Madre del Cielo desde que milagrosamente queda embarazada tuvo en su alma la virtud de la esperanza que nada y nadie le arrebató jamás.
 Es el momento de preguntarnos, en este día: “¿Cuáles son mis esperanzas? ¿Hacia dónde tiende mi corazón? La estatura moral y espiritual del hombre se puede medir por aquello que espera” (S.S. Benedicto XVI, 28 noviembre 2010). ¡Que Viva Cristo Rey!

No hay comentarios:

Publicar un comentario