sábado, 10 de noviembre de 2018


TEMA  :   “MARÍA, LA VIRGEN JUSTA”.

FECHA:    SEGUNDA MEDITACIÓN MES DE MARÍA  /  2018.

Las virtudes son hábitos que nos conducen a hacer un bien en un aspecto determinado. Hay cuatro de estas virtudes que en el alma de la Virgen María  brillan ejemplarmente, por lo que las generaciones la llamarán Bienaventurada alzándose como un verdadero ícono de una vida buena…virtuosa.

En este segundo día del Mes de María nos detendremos en la virtud de la justicia, la cual consiste en dar a Dios y a los demás lo que les es debido, respecto de Dios se llama “religión”, que significa volver a unir, a ligar lo que de suyo debe estar ordenadamente vinculado. Hemos salido de las manos de Dios, somos guiados por la Providencia y en su presencia estamos llamados a vivir para siempre. El católico que crece en la virtud de la justicia tiene una forma de comportarse rectamente: “Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo” (Levítico XIX, 15)…Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo (que es Dios)”. (Colosenses IV, 1).
¿Cuándo decimos que una persona es justa? Cuando vemos que actúa correctamente, cuando no se deja llevar  por un interés mezquino, cuando no está cegado por el egoísmo. Cuando en la Santa Biblia se dice que Dios es “justo” esto se le aplica de manera plena (total)  porque en Él nunca hay egoísmo, ceguera ni capricho.
La maternidad de María, como acto de donación plena de sí misma, capaz de engendrar y proteger al autor de toda gracia, sin duda se alza como un testimonio creíble y ejemplar de quien vire la justicia la cual es  dar a los demás aquello que le es debido. Una madre tiene la capacidad para discernir lo que cada hijo requiere, una madre es capaz de darse cuenta cuando un hijo está enfermo, una madre es capaz de alimentar a sus hijos con lo que necesitan, aunque no sea del total agrado de ellos.
Aquel que vive la justicia demuestra amor porque,  desprendido de sí mismo, abierto al prójimo, y dispuesto a dar lo que corresponde está habituado a dar más de aquello que le corresponde.


Desvincular la justicia del amor y viceversa conlleva varias consecuencias como son: desear enfermizamente a los demás con todo lo que implica el abuso y la colopatía inserta entre relaciones sentimentales y amistosas, anhelo de ser considerado, creerse indispensable olvidando que sólo Dios es “totalmente necesario”, vivencia de solidaridades vanidosas, no aplicando lo dicho por Jesús: “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (San Mateo VI, 3), la búsqueda de una autonomía incluso del cielo por medio del endiosamiento de la libertad.
Como católicos hemos de mirar el ejemplo de nuestra Madre Santísima. Cómo Ella daba a cada uno lo que era justo y necesario en cercanía, afecto, compañía, a la vez que en todo primaba el amor. Como acontece con un regalo, lo fundamental es lo que se regala, pero el envoltorio le reviste de un carácter muy particular, así pasa con la vinculación entre “amor” y “justicia”, tal como lo enseñó el recordado Sumo Pontífice al inicio de su Pontificado, en un día al comienzo de Mes de María: “Cristo nos ha dejado el mandamiento del amor al prójimo. En este mandamiento se encierra todo lo que concierne a la justicia. No puede haber amor sin justicia. El amor desborda la justicia, pero, al mismo tiempo, encuentra su verificación en la justicia. Hasta el padre y la madre, cuando aman al propio hijo deben ser justos con él. Si vacila la justicia, también el amor corre peligro” (S.S. Juan Pablo II, 8 de Noviembre de 1978).
En este día al mirar a la Virgen María como ejemplo de la virtud moral de la justicia, asumimos que:
a). Le importa el bien de todos, no sólo el personal: La abnegación de la Virgen la vemos cuando va a ayudar a su prima Isabel venciendo toda dificultad debido a su propio estado de embarazo.
b). El acto de perdonar una ofensa es la corona de la virtud de la justicia: Así lo hizo nuestra Madre cuando ante la humana injusticia acontecida en el Calvario hacia su Hijo y Dios, fue capaz de perdonar y llenarse de misericordia. Porque Dios es amor siempre está dispuesto a perdonarnos.
c). El cumplir los mandamientos es algo propio de la justicia: Así lo vivió la Virgen María que fue reconocida por Jesús como aquella que “cumple en todo la voluntad del Padre que está en los cielos”.
¡Que Viva Cristo Rey!

No hay comentarios:

Publicar un comentario