sábado, 10 de noviembre de 2018


TEMA  :   “LA VIRTUD DE LA FORTALEZA EN LA VIRGEN”

FECHA:   TERCERA  MEDITACIÓN  MES  DE  MARÍA  /  2018.

Por medio de la virtud de la fortaleza podemos permanecer firmes ante las eventuales dificultades y mantenernos constantes en la búsqueda del bien. La Virgen, habiendo sido exenta de modo excepcional y único de la culpa del pecado original podía. No debe sorprender que Aquella que estuvo unida a su hijo como madre verdadera pudiese contar con la gracia necesaria para resistir la tentación y superar todo obstáculo que se nos presenta con una  apariencia infranqueable. ¿Cuántas veces ante lo que parece imposible de enfrentar  uno ha quedado abatido antes del inicio? Un equipo de futbol que se “auto considera” inferior con toda probabilidad terminará cediendo y cayendo. Para el que cree en Dios no hay imposibles, y esto no es un slogan publicitario actual, sino que hunde su certeza en lo dicho por Jesús: “todo lo que pidan con fe les será concedido”…”En el mundo tendréis tribulación, ¡ánimo! Yo he venido al mundo“(San Juan XVI, 33).


Podemos pensar que “naturalmente” la Virgen María pudo sobrellevar el proceso de la pasión de Jesús, su crucifixión y muerte, pero ello no fue algo “espontaneo” sino que respondía al ejercicio permanente de su conducta. A lo largo de toda su vida fue creciendo en entrega a la voluntad de Dios, lo cual implicaba que fuese Dios quien libremente actuara en su corazón evitando ceder a impulsos, ganas y un sinfín de demases, que terminan esclavizando el corazón.
Esto reviste mayor gravedad cuanto más nos habituamos a dejarnos vencer por las pasiones…aquel que es impulsivo responde impulsivamente: si no rezamos, no lo haremos nunca, si no perdonamos, no lo haremos nunca, si no procuramos vivir la santa pureza, no lo haremos nunca.
VIRGEN PUERTO CLARO CHILE
La Virgen María vivió constantemente la virtud de la fortaleza porque pudo sobreponerse a todas las adversidades, menosprecios, persecuciones, y debilidades a lo largo de su vida. En Nazaret luego de la anunciación del arcángel Gabriel, sorteó las habladurías de la vecindad; en Belén asumió el menosprecio de ser alojada y tener que dar  a luz en medio un establo;  en el cenáculo de Jerusalén expectante a la venida del Espíritu Santo, estuvo firme apoyando a los apóstoles.

Por medio del ejercicio de la virtud cardinal o moral de la fortaleza la Virgen Santísima  fue capaz de sobreponerse ante todas las adversidades sin ceder a la tentación del abandono, de la tristeza y de nostalgia.
Una de las más elocuentes y bellas imágenes que suelen plasmar la figura de la Virgen es colocarla de pie junto a la Cruz, tal como lo describe el Santo Evangelio: “Estaba de pie junto a la cruz”. Mientras que la mayoría de los discípulos huían por cobardía y otros se dejaban llevar por la desesperanza, la Virgen santísima supo estar erguida cuando más arreciaba la prueba.
Desde pequeña fue formada por sus padres para valorar el esfuerzo en las pequeñas cosas. El éxito como la virtud sólo se logra con el hecho de procurar una conducta determinada sostenida en el tiempo, haciendo que la perseverancia pueda lograr  más que sabidurías, pergaminos y  poderes.
Nuestra Madre del Cielo al buscar el bien de los demás, tal como aconteció en medio de  las Bodas en Caná de Galilea, ejerce una fuerza de voluntad en vistas a conseguir un bien concreto más allá de los problemas  y pesar de lo que pueda costar en sacrificio, tiempo y perseverancia.
El Mes de María en nuestra Patria lo rezamos en el último período del año,   que entraña el cansancio propio del camino recorrido durante ya largos meses, lo cual suele crispar las relaciones afectivas, laborales y amistosas. Es verdad que ello acontece, que responde a nuestra humana naturaleza, pero nosotros tenemos, desde el sacramento del bautismo una “como segunda naturaleza”, por medio de la cual el Señor nos concede su gracia para que integralmente podamos superar estas limitaciones evidenciadas al culminar el año.
   BENDITO  MES DE MARÍA 2018

En el caso de nuestra Madre del Cielo su fortaleza es suavidad y su suavidad fortaleza: Es verdad que su ejemplo de vida nos puede parecer como inalcanzable, y lo es,  porque sólo a Ella Dios la hizo y denominó  como la “Llena de gracia”, siendo de nuestra misma naturaleza humana –de carne y hueso- nos permite esforzarnos por crecer en las virtudes, una de las cuales es la fortaleza tan necesaria como menguada en nuestra “espiritualidad a la chilena”, que tiende aplicar, también respecto de las cosas de Dios, la denominada “ley del mínimo esfuerzo”, ocasionando una religiosidad acomodaticia y superficial.
Sin duda, la educación en Chile tiene una particular deformación respecto de la voluntad. Luchar con ímpetu con el fin de cumplir el deber propio sólo se puede por medio de la virtud de la fortaleza, de la cual la Virgen es ejemplar.
Ser disciplinados: Es aplicar un método ordenado que favorezca la interacción con el prójimo. La disciplina busca el bien de los demás, por ello es un destello de la caridad fraterna. ¿Qué pasaría si cada uno tuviese su propia constitución? ¿Qué pasaría si cada uno tuviese sus propias reglas del tránsito? ¿Qué pasaría si cada uno fuese la norma para los demás? La disciplina implica madurez, por lo que no hemos de ver cómo la vida no fue fácil, no lo es ni dejará de serlo, ante lo cual se requiere de la virtud de la fortaleza tal como la llevó a la práctica nuestra Madre Celestial.
Espíritu de sacrificio: La palabra sacri-ficio tiene una doble raíz originada de la lengua latina: “sacrum” que refiere a lo sagrado y “facio” que deviene del verbo hacer, en consecuencia el sacrificio dice relación con “hacer algo sagrado”. La búsqueda por el camino de la fortaleza implica asumir un sacrificio que es agradable a los ojos de Dios, de lo cual la Virgen María vivió de modo permanente como ofrenda agradable al Señor.
Siempre vemos que una madre es capaz de indecibles esfuerzos cuando se trata de lo referente a sus hijos: de manera hasta heroica, cuida al que está enfermo, se desvela por el que permanece encarcelado, vigila al que se encuentra debilitado. Muchos santos han aprendido del ejemplo de la Virgen a ser fuertes ante la adversidad, imprimiendo a sus actos no sólo la nobleza de la perseverancia, sino la bondad de la caridad hecha martirio. Es esta fortaleza la cual, inspirada por el amor que Dios infunde, ha movido a lo largo de toda la historia de la Iglesia en dos milenios, a dar la vida por los más necesitados en sus almas y en sus cuerpos.
Por medio de la fortaleza el cobarde se vuelve valiente; el colérico se vuelve paciente; y el flojo se vuelve fuerte. ¡Que Viva Cristo Rey!

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