viernes, 2 de noviembre de 2018

TIEMPO PROPICIO PARA VIVIR EN LA ESPERANZA


 TEMA  : “TIEMPO PROPICIO PARA VIVIR EN  LA ESPERANZA “.
FECHA:   TEMA II° / RETIRO ESPIRITUAL / SEMINARIO LO VÁSQUEZ 2018
La virtud de la esperanza debe encauzar nuestros proyectos y nuestras alegrías. Hemos visto en el primer tema que estamos en el Seminario porque somos creyentes, y en cuanto tal hemos percibido el llamado del Señor a continuar su misión como sacerdotes.
SANTA MISA CHILE 2018
El seminario es lugar de esperanza. Lo fue, lo es y lo será. La promesa hecha por nuestro Señor se cumple: “La mies es mucha y los operarios son pocos. Orad al dueño de la mies que envíe operarios a su campo de trabajo” (San Lucas X, 2). Para ello miremos a nuestra Madre Santísima, que se venera bajo la advocación de la Purísima de Lo Vásquez.  
Recorriendo la vida de la Virgen  descubriremos que como una melodía de fondo la esperanza marcó todo su caminar. ¡Spes nostra salve!
Tranquila estaba en la casa de sus padres, san Joaquín y santa Ana. Podemos verla obediente como lo indica el precepto de “honrar padre y madre”, por medio del cual escuchaba con atención y prodigaba una devoción respetuosa a cada uno de ellos, pues en sus palabras descubría la voz de Dios. Así creció, desde su infancia y adolescencia. Todo en ella expresaba la disponibilidad muy lejana a la mentalidad contemporánea de partir desconfiando respecto de los demás. Hay una línea que por medio de la oración se descubre de qué lado esta inclinada nuestra vida. La respuesta si acaso es bueno “desconfiar” o “confiar” de todos ha de hacerse en cada caso por medio de la oración.
En Nazaret la Virgen crecía, transitaba desde el amor a Dios sobre todas las cosas, en las cosas aparentemente más triviales.
a). Esperanza y alegría: Quien espera tiene en su alma un gozo que nadie le puede arrebatar. Mientras mayor es el bien esperado tanto más es la alegría del corazón, por eso,  no podemos dejar de ver al Señor en los santos evangelios que vive lleno de gozo. Mirando los santos de nuestros templos, a veces muy artísticos lo vemos tan solemnes, tan serios que lo era por cierto, pero es innegable que cada uno de ellos debe hacer sido en sus acciones una verdadera fuente de alegría. El “Ángel de la sonrisa” de la Catedral de Reims, y la Virgen sonriente del “altar prima” (de la misa matutina) en la Catedral de Toledo. Bellas imágenes que encierran silentes una invitación a la alegre esperanza del creyente, y de modo especial al que está en camino de su consagración.
A través del ejercicio del ministerio sacerdotal he podido conocer a personas de diversas edades que tienen una chispa vital notable, y suele coincidir con el sano buen humor. Niños, jóvenes, adultos y ancianos, no parece haber edad para que el gozo en el alma deje de manifestarse aun en los momentos de mayor prueba y humana dificultad.
Esto lo sabe el demonio, por eso suele tentarnos por el camino de la nostalgia, la desazón, y la tristeza. Las prevenciones y resguardos espirituales ante el demonio nunca debemos darlas por supuestas, como pensando que la incursión va a pasar casi como por generación espontánea. Recordemos que Satanás “anda como león rugiente buscando a quien devorar” (1 San Pedro V, 8-9), por lo que no dudará en sobrevenir una y otra vez colocando, en este caso, razones para estar tristes.
Un alma triste es un alma anémica, sujeta a cualquier dolencia espiritual, resultando el mejor caldo de cultivo para la irrupción de tentaciones y pecados.
La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad que Dios ha puesto en nuestro corazón, por medio de ella podemos tener la seguridad que la asistencia del cielo no faltará respecto de la bienaventuranza eterna y el seguimiento de nuestra vocación al sacerdocio.
No se trata de limitarnos a un humano optimismo, que cede ante las primeras dificultades, es la convicción de saber quién nos cuida, a quién pertenecemos, por donde vamos y hacia donde nos dirigimos. Nuestra vida actual no se despliega como una veleta zarandeada por el viento inoperante, ni por las modas pasajeras. Dios nos llama, y por eso, el responder con prontitud a su llamada nos llena de felicidad.  
b). Esperanza y santo temor de Dios: Una pequeña ha comido en exceso  chocolates sin permiso, negando a su padre el haberlo hecho. Su padre, que la quiere entrañablemente le dice: “puedes ocultarlo a tu abuela, a tu madre y a mí. Pero Dios te está mirando y Él lo sabe”. Al poco rato su hija  se acerca y  reconoce  que fue ella la que los comió, recobrando casi de inmediato la alegría”. Este episodio real nos ayuda a ilustrar la estrecha vinculación que hay entre esperanza y el santo temor de Dios.
 
PUERTO CLARO VALPARAÍSO CHILE

Las múltiples dificultades e infidelidades bestiales que hemos conocido en la última década sin duda afectan nuestra vida…seria inhumano que así no fuera, pero quien ha puesto su esperanza en Dios, sabe que debe terminar la obra iniciada, no de cualquier manera, sino haciendo “carne” el gozo no sólo de saber por qué pasan  las cosas sino por quien suceden.
Job en el Antiguo Testamento constituye un icono del primer caso. Prospero, realizado, asentado y hacendado, su vida se desarrollaba feliz, hasta que padeció la irrupción del tentador y la corrección de Dios.
A lo largo de la vida del justo Job subyace un santo Temor de Dios, un respeto por quién es Dios y por lo que hace, lo cual,  unido a la virtud de la esperanza le hace vivir de manera real, evitando tener una esperanza sin temor que es presunción y un temor sin esperanza que es desesperación.

PADRE JAIME HERRERA GONZALEZ

c). Esperanza y voluntad de Dios: La fe es “garantía de las cosas que esperamos” (Hebreos XI, 1), “sin la cual es imposible agradar a Dios (Ibid. V.6).  Durante toda su vida la Virgen procuró ser fiel a los designios de Dios. Su “norte” era agradar a Dios antes que a los hombres.
La virtud consiste en saber hacia dónde vamos y colocar los medios necesarios para llegar a nuestro fin último cual es la bienaventuranza eterna. Los años de crecimiento de nuestra madre en Nazaret fueron la necesaria preparación para enfrentar los diversos acontecimientos desplegados desde la irrupción en su hogar del Arcángel Gabriel anunciando que sería la Madre del Mesías esperado. Ella,  la joven nazarena ¿Madre del Mesías? Era una realidad que sólo pudo asumir porque desde pequeña procuró cumplir la voluntad de Dios, en tiempos favorables y en tiempos adversos.
Evidentemente navegar con viento favorable es fácil, pero hacerlo con viento en contra requiere de un esfuerzo particular y una docilidad a la gracia que viene de lo alto. En esta época de convulsión la vivencia de la esperanza va a primar si somos capaces de ser fieles en las pequeñas cosas de cada día. Tal como dice acertadamente San Josemaría Escrivá de Balaguer: “Hacer de modo extraordinario lo ordinario de cada día”.


El valor que tiene para un consagrado saber que está cumpliendo lo que Dios quiere llena el alma de una paz interior que va de la mano con la esperanza, en tanto que andar buscando los caminos propios, con falsas autonomías, turba el corazón mutilando la esperanza, apagando la alegría y contrariando lo designios de Dios. Para ello,  “No buscar quietud en cosas inquietas” (San Agustín de Hipona).  
Desde nuestra consagración somos pertenencia de Jesucristo. Cada uno de los Apóstoles más allá de sus limitaciones procuró vivir junto a Jesús sabiendo esperar la “hora de la gracia”.

SANTA MISA DE TODOS LOS SANTOS 2018
En el caso del seminarista  son germen de esperanza porque han puesto su vida en Aquel que nunca falla.  Es feliz quien sabe hacia dónde va y conoce cuál es su meta por ello el Magníficat es un himno que siempre debemos tener presente (San Lucas I, 46-55): “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora  me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres.- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre”.

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