sábado, 10 de noviembre de 2018


TEMA  : “MARÍA, VIRGEN PRUDENTE”

FECHA: PRIMERA MEDITACIÓN MES DE MARÍA  /  AÑO 2018

Iniciamos un tiempo especial. Un mes completo para recordar las grandezas de la Virgen María. Lo hacemos entre el ocho de noviembre y el ocho de diciembre, con la festividad de la Inmaculada Concepción. Durante estos días nos detendremos en las virtudes llamadas “morales” y las virtudes “teologales”.
La virtud de la prudencia dispone la razón para discernir entre el bien verdadero optando por los medios rectos necesarios. Ser prudente no implica ser tímido o temeroso, ni actuar con doblez ni simulación. Mediante la virtud de la prudencia se opta por algo bueno, se ciernen las dudas que hay, y se evita lo malo.
a). Optar por algo bueno: Primero debemos saber en qué estamos, no viviendo como “pajaritos”, “pajarones” y “pajarracos”, según corresponda. La virtud de la prudencia nos inclina a optar siempre a favor del bien, aunque el discernimiento de ello sea arduo para lograrlo. Es como afinar la vista cuando todo se nos presenta  borroso. Si vamos por un auto en medio de la neblina uno debe conocer el camino y esforzarse por ver nítidamente.
La Virgen María como mujer y madre era “especialista” en dar el consejo más oportuno para evitar exponerse en el riesgo de las tentaciones y el pecado. Cuando tenemos un problema mayor ¿Cuál es el criterio para acudir a una persona que nos ayude?  ¿Al más gracioso o payasito? ¡No! ¿Al más bueno para el deporte? ¡No! ¿Al que le va mejor en notas? ¡No! Con toda seguridad iremos a pedir ayuda al que nos parece más prudente por reconocer claramente lo bueno y además que sabiendo cuál es el bien es capaz de optar por ello.
El Papa Juan XXIII escribió que “es prudente quien sabe callar una parte de la verdad cuya manifestación sería inoportuna; y que callada no daña a la verdad que dice falsificándola; prudente es el que sabe lograr los buenos fines que se propone, escogiendo los medios más eficaces de querer y obrar; prudente es el que en todos los casos sabe prever y medir las dificultades opuestas y contrarias y sabe escoger el camino del medio con dificultades y peligros menores; el que habiéndose propuesto un fin bueno e incluso noble y grande no lo pierde nunca de vista, logra superar todas las dificultades y llega a buen término; el que en todo asunto distingue la sustancia y no se deja importunar por los accidentes” (Diario del alma, 13 de agosto del 1961).



Para lograr la virtud de la prudencia se requiere aplicar dos  criterios importantes: Primero, es necesario saber esperar el momento más oportuno, más favorable, mas propicio los cuales se distinguen por la serenidad y claridad en aquello que se opta. Por esto,  la Virgen María guardaba todo en su corazón, ajena a toda precipitación, agitación y turbulencia. En segundo lugar, la prudencia sigue la voz interior de la conciencia, “de acuerdo a las exigencias de la justa moral” (S.S. Juan Pablo II, 25 de Octubre de 1978).
Como virtud que es, la prudencia ha de tener una “habitualidad” en nuestra conducta, es decir, ha de vivirse en lo cotidiano, en el día a día con el fin de “acostumbrarnos” a ser prudentes evitando ser impulsivos y sentimentales, donde termina reinando finalmente las ganas, los gustos, los quereres y los deseos pasajeros.
El Evangelio de San Mateo nos presenta la parábola enseñada por Jesús de cinco personas “prudentes” y cinco “imprudentes”. Todos eran creyentes, pero sólo unos cuantos colocaron su mirada en que el Señor vendría a cualquier hora, por ello lo esperaron permanentemente. Del mismo modo,  la inminente llegada de la “recta final” de la historia del mundo nos invita a la práctica de la virtud de la prudencia como aquel que sabe que los últimos metros, los últimos tiempos, son parte distinguen entre una obra maestra y una obra más.
Entonces hoy nos podemos cuestionar: ¿Qué tengo que hacer para ser prudente? Simple. Cuando vamos a hacer algo, o tengamos que tomar una decisión preguntarse… ¿Qué haría Cristo en mi lugar? ¿Cómo lo haría Él? ¿Qué es lo que quiere el Señor que yo haga en esta situación? ¿Cuál es su voluntad? Quien actúa prudentemente estará bien con Dios, consigo mismo y con los demás. No tengamos miedo de preguntar a Dios qué quiere de nosotros.
Nuestra madre Santísima nos invita a crecer en las virtudes, a ser mejores cada día, especialmente a lo largo de todo este Mes de María que iniciamos hoy,  podemos pedir con toda confianza que nos ayude a ser prudentes en el actuar.
¡Que Viva Cristo Rey! 

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