sábado, 24 de noviembre de 2018

LA VIRTUD DE LA CARIDAD EN LA VIRGEN MADRE


 “LA VIRTUD DE LA CARIDAD EN LA VIRGEN MADRE”

FECHA :   OCTAVA MEDITACIÓN   /  MES DE MARÍA   /   AÑO 2018

Llegamos al día doce del Mes de María. Nos detenemos en la virtud teologal de la caridad, la cual es el amor que viene de Dios, constituyendo la característica más bella que encierra el corazón de Virgen Madre. Pasará la fe, pasará la esperanza, pero la caridad es la que permanece para siempre (1 Corintios XIII, 8).
a). Se ama lo que alegra: El camino para que sepamos cuál es el amor de una persona conduce a saber cuál es la fuente de su alegría, de acuerdo a lo que nos enseña Nuestro Señor: “donde está tu tesoro, allí está tu corazón” (San Mateo VI, 21). La palabra “caridad” proviene de la expresión latina “apreciar”, lo cual implica afecto por aquello que tiene gran precio, algo “caro”, de “valor”.
Todos buscamos y permanecemos felices donde están las personas que uno quiere, por esto,  nadie permanece mucho tiempo con quien no ama, más bien lo procura evitar. ¿Dónde lo pasamos bien? ¿Con quién deseamos estar? allí estará el corazón quizás anclado y cautivo por un vicio o un amor falso ¡que los hay y muchos!. Ningún amor que habitualmente entristece es verdadero.
b). Se ama lo que se conoce. Los novios se unen en matrimonio y fundan una familia para toda la vida porque son capaces de conocerse…de hecho nadie se casa con un desconocido, y las experiencias de enamoramientos por redes sociales suelen ser un fiasco. Nuestra Madre del cielo desde su infancia buscó conocer a Dios por medio de la oración, por lo que en todo momento tuvo como norte amar a Dios y su obra creada. El amor es inclusivo no excluyente, lo que implica que todo lo que Dios ha hecho debe ser querido en tanto cuanto nos hace amar más a Dios. Cualquier amor que nos aleja de Dios es un amor falso.
JESUS SANA EL ALMA Y EL CUERPO

c). Se ama aquello en que se piensa: Quien ama de verdad con frecuencia recuerda a su ser querido. La experiencia nos indica que cuando uno ama a alguien lo suele tener presente en todo momento, con frecuencia busca el modo de recordarle con una foto y cualquier otro medio que le haga patente a esa persona querida. La Virgen María durante toda su vida tuvo presente a Dios en su corazón pues dice el Santo Evangelio que allí “todo lo guardaba” (San Lucas II, 19) no para dejarlo en un baúl del pasado sino como motivo permanente de búsqueda para amarle por medio de la obediencia a sus designios, por medio de la oración hecha contemplación, y realizando las obras gratas a los ojos de Dios.

d). Se ama lo que Dios ama: Un  criterio para purificar la rectitud de intención de lo que amamos es que quien ama, ama todo: Esto implica que los amores enfermizos suelen ser marcadamente celosos y autorreferentes,  donde se utiliza la exclusividad para desentenderse de los demás. Este tipo de amores lejos de ser prueba de madurez es síntoma de involución o infantilismo afectivo.
En este sentido, podemos decir que hay amores verdaderos y amores falsos. El amor de la Virgen Santísima que tiene a cada uno de nosotros nace de la comunión con el amor del Corazón de Jesús desde la cruz.
Por ello, en lo alto del Calvario,  con los brazos abiertos Jesús –como desando abrazar a todos- el Señor concedía el perdón a todos, en tanto que,  en el corazón de Virgen nadie queda fuera, y todo aquel que golpea la puerta de su alma recibe una respuesta que en toda circunstancia nos resulta acogedora y gratificante. Aun los hijos más díscolos e ingratos no dejan de encontrar ayuda en sus madres. ¡Cuánto más la Virgen!
Así acontece con el amor de una madre. Ningún hijo queda “marcando ocupado” cuando recurre a su madre, la cual ¡quien más! no dejará de hacer lo indecible para satisfacer los requerimientos de quien es el fruto de sus entrañas. En este sentido, como hijos tenemos la convicción que ninguna persona va a querer algo mejor para un  hijo que la propia madre, de la misma manera la Virgen Santísima vela por todos nosotros, quienes le fuimos especialmente encomendados –por su Hijo y Dios-  en la hora tercia de aquel Viernes Santo cuando Cristo murió por cada uno.

ALEGRES EN EL AMOR A DIOS

Las obras de caridad expresan el amor, como el eco de nuestra voz en un acantilado. No se identificaban con ella pero la dan a conocer, por esto la virtud teologal de caridad de la Virgen María la erige como puente vinculante entre su Hijo y nosotros, habiendo sido constituida como medianera universal de todas las gracias, lo es de modo privilegiado en todo lo que se refiere a la caridad.
Como Madre nos aconseja cumplir “todo lo que Jesús nos dice” (San Juan II, 5) especialmente respecto  del mandamiento de “amar a Dios con todo el corazón y con todo nuestro ser” (San Marcos XII, 28-34) y “amar al prójimo como a nosotros Jesús nos ha amado” (San Juan XV, 12). Como virtud que es, ha de practicarse en la vida cotidiana desde dos premisas: en lo cotidiano, de cada día, monótono, “viviendo de modo extraordinario lo ordinario”, y “allí donde no hay amor, coloca amor y sacarás amor” (San Juan de la Cruz, 6 julio 1591).
En lo práctico durante este Mes Bendito de María dedicado a venerar a la Santísima Virgen procuraremos amar como Ella amó, pensar como Ella pensó; vivir como Ella vivió. “Últimos en todo, pero primeros en el amor” (San Josemaría Escrivá de Balaguer Camino, 430).
En la familia: Ceder parte de nuestro tiempo “propio y “personal” compartir con los miembros del hogar que menos estamos durante la semana. Visitando a los familiares enfermos. Reconociendo al menos un aspecto positivo de cada miembro de la familia ante los demás. ¡Que esforzado! ¡Que talentoso! ¡Que generoso! ¡Que oportuno! ¡Que gentil! ¡Que creativo! ¡Qué estudioso! En ocasiones,  damos como por supuesto que estas virtudes son reconocidas, pero no siempre es así, y se hace necesario que los demás miembros del hogar también lo sepan.
En la sociedad: La Virgen María es reconocida como experta en momentos de crisis. Lejos de restarse en la adversidad su presencia se acrecienta ante las tormentas que pueden afectar a sus hijos. Por ello, la Iglesia como maestra y Madre, y cada creyente estamos llamados a imitar a La Virgen que siempre bien a salvar. La delicadeza en el trato debe manifestarse especialmente respecto de los huérfanos, los ancianos, los enfermos y los más pobres. El día de Pentecostés toda la Iglesia presente en los discípulos que oraban junto a la Madre de Dios. Por esto, Ella nos enseña, nos protege y acompaña tal como hemos de hacerlo con cada miembro de nuestra Iglesia, con cada persona más debilitada, recordando que ningún bien es más necesario que creer en Jesús y ser dóciles a su gracia.  Respecto de la sociedad durante este Mes asumimos que siendo la familia la célula fundamental, por medio de la vivencia de las virtudes “edificamos” como Dios quiere nuestra Patria que cerca de Dios lo tiene todo y lejos de Él lo pierde todo. ¿Alguna duda cabe al mirar lo que pasa hoy en Chile como consecuencia del debilitamiento de la familia? ¿Pretendemos que con leyes favorables al aborto, al divorcio, a la educación laicista, a la ideología generoicista,  Dios dejará pasar “piola” la gravísima desintegración social que hoy es evidente? Dios puede darnos tiempo para cambiar, pero su justicia no dejará de hace saber en la Parusía y el juicio final.
La Virgen Santísima nos invita a rezar con fe y fidelidad el Padre Nuestro, repitiendo todos los días de este Mes: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo”. ¡Que Viva Cristo Rey!

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