HOMILÍA
MES DE MARÍA / COLEGIO MACKAY / AÑO
2016.
Hoy nos detenemos a
meditar el segundo don del Espíritu Santo que es la “inteligencia”, el cual nos permite discernir la voluntad de Dios
en las decisiones que tomamos en la vida diaria. Este don ilumina nuestra mente
para entender lo que se refiere a la vida espiritual, de manera particular para ser capaces de ver la mano de Dios
actuando en medio nuestro. Así lo describe el Evangelio en el encuentro de los
dos peregrino s de Emaús con Jesús resucitado en la tarde del día de la
Resurrección: “Entonces, les abrió la
mente para que entendieran las Escrituras” (San Lucas XXIV,
45).
En la vida cotidiana el
don de inteligencia nos permite:
a).
Descubrir la presencia de Cristo en su Iglesia:
Evitando hacer una separación entre la Iglesia y Jesucristo. El Don de inteligencia
nos lleva a decir ¡Si a Cristo, si a su Iglesia!, ajeno al espíritu
desacralizado que suele confundir las debilidades de la persona producto del
pecado original presentes en cada bautizado con la santidad especifica de la
Iglesia, llamada a ser refugio de pecadores no de impecables (que no pueden
pecar). Por el don de inteligencia
podemos amar a la Iglesia como la Virgen María lo hace, buscando hacer que cada
vez haya más bautizados con un apostolado pro activo, con la sintonía de los
dogmas y verdades proclamados en el Credo Apostólico, evitando todo descenso y corrupción de la
sana doctrina perenne, viviendo las diversas obras de misericordia por medio de
las cuales el mundo reconocerá, como al comienzo de la era cristiana, la verdad
de Jesucristo y la Iglesia al decir:
“!Mirad cómo se tratan (de bien)!”.
Don de Inteligencia |
b)
Encontrar a Dios en medio de la adversidad: Para muchas
personas, incluso aquellas que gozan del don de la fe bautismal, las pruebas
que Dios permite a lo largo de la vida, y el misterio del sufrimiento humano
constituyen un obstáculo que en ocasiones resulta casi insalvable, les hace olvidar que por medio del don de inteligencia, se descubre que aquel que padece cualquier
necesidad, no es un hombre del que Dios
se haya olvidado, sino que es una
persona en la cual Dios ha hablado, tal como lo hizo desde Jesucristo en
la cruz. El don de inteligencia viene a fortalecer nuestra fe en las crisis, en los
momentos de angustia e incertidumbre. Si miramos el ejemplo de la Santísima Virgen
descubrimos cómo era diligente para responder a los diversos desafíos que Dios
le fue planteando, ante los cuales no vaciló en responder con la generosidad a
la medida de Dios. Los Santos siempre han sido perseverantes en los momentos de
dificultad, porque participaban del don de inteligencia
que les permitía “entender” con rapidez lo que Dios les pedía.
c).
Fortalece la fe recibida: A lo largo de la vida nos encontramos
con momentos en los cuales no comprendemos nada, por ejemplo, ante un problema matemático o químico, y luego
aprendemos unas formulas y todo se aclara, como la neblina cerrada de la mañana
desaparece ante la irrupción del sol, algo similar acontece con el don de inteligencia en nuestra alma: allí
donde hay vacilación, inquietud, desconocimiento, todo se descubre y entiende
con nitidez. Entonces, el don de inteligencia
un una luz que nos concede el Espíritu Santo por medio de la cual podemos
“descubrir” las verdades más difíciles y los misterios más insondables
relativos a la fe. Santo Tomas de Aquino enseña que este don “debe hacer concebir una idea verdadera y
una justa estimación del fin último de
todo lo que con él se relaciona; ya que de otro modo no sería un don del
Espíritu Santo”.
d).
Ilumina especialmente al maestro que enseña: La misión de
comunicar lo que uno sabe no está restringida exclusivamente al que hace de esa
misión un trabajo, como el profesor que enseña en un colegio, sino que todo
bautizado, debe dar a conocer a Jesucristo y su Iglesia por lo que debe
profundizar en sus misterios, para lo cual se hace necesario recibir el don de inteligencia en vistas a lo que se dará
a conocer. Así lo hizo nuestra Madre Santísima cuyo consejo de “hacer todo lo que Cristo nos diga” lo
repite ahora a cada uno de nosotros.
Mes de María 2016 |
El don de inteligencia no es una mayor capacidad
intelectual, sino que es una gracia concedida por el Espíritu Santo que nos
ayuda a entender las enseñanzas de Cristo, a “comprender” el pensamiento de nuestro Dios y a sintonizar con los
designios de salvación a lo largo de nuestra vida: Desde Cristo la historia de
hombre es historia de salvación.
En la Santa Biblia
leemos diversos versículos donde se enuncia el don de inteligencia. Así, el Apóstol San Pablo, al hablar a los fieles de Corinto,
describe los efectos de este don y cómo actúa en nuestra alma: “Lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios
preparó para los que lo aman. Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu
Santo”.
Al momento de prometer
la asistencia del Espíritu Santo, nuestro Señor dijo a los apóstoles: “Yo les enviaré el Espíritu Santo y él les
dará a entender todo lo que Yo les he enseñado”. La palabra “entendimiento”
(inteligencia) significa “intus legere”, que significa: “leer
dentro”. Es decir, entender las realidades como Dios…“en un conocimiento íntimo” (Suma Teológica II-II,
q.8, art.1).
Pidamos a la Virgen
María que por medio del don de inteligencia
podamos ver con fe viva la belleza e importancia de la verdad cristiana, de la
cual nos sintamos –en todo momento- orgullosos de ser partícipes “del diseño de amor que Él tiene para
nosotros” (Papa Francisco, Audiencia General, del 14 de Abril
del 2014).
PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ / PÁRROCO DE PUERTO CLARO / VALPARAÍSO
/
CHILE
No hay comentarios:
Publicar un comentario