HOMILÍA MES DE MARIA /
COLEGIO MACKAY / AÑO 2016
1. “Porque
esta es la voluntad de Dios; vuestra santificación; que os alejéis de los
fornicación” (1 Tesalónica IV, 1-3).
La Castidad es el modo
cómo Dios reina en nuestra alma y en nuestro cuerpo. Una sana personalidad procura
integrar adecuadamente los deseos del alma y del cuerpo. Por tanto, el dominio de uno mismo se logra desde el
servicio del amor.
El mandamiento sexto
nos recuerda de ser puros de alma y cuerpo, por lo que la castidad apunta a los
pensamientos, deseos y acciones. En la actualidad tanto el sexto como el noveno
mandamiento de Dios, cuanto el sexto precepto de la Iglesia, están relegados y
menospreciados por la cultura en que estamos insertos, por lo que la vivencia
de la castidad es una realidad que requiere de una profunda vida
espiritual, de una sana formación de la
personalidad que provenga de una recta antropología cristiana y de una
educación de la voluntad que sea capaz de tomar decisiones que vayan contra los
respetos humanos, pueda navegar contra la corriente secularista.
Entonces, ¿Qué debemos
evitar?: Programas de televisión e internet donde no se respete la dignidad de
la persona humana; proferir palabras morbosas (garabatos); repetir y escuchar
chistes en doble sentido; evitar gestos, juegos y bailes que tengan alguna
connotación ajena a la santa pureza.
La castidad, sigue a la
virtud de la templanza –que recordamos ayer- toda vez que implica el dominio de
sí mismo mediante el esfuerzo por fortalecer el carácter y la voluntad. En la
medida que estemos bien con Dios, habrá una “paz interior” que nos hará estar a
su vez “ en paz con el prójimo”.
2.
“Es imposible guardar la pureza de
cuerpo sin guardarla también de corazón y pensamiento”
(R.P.
Antonio Royo-Marín, OP. Teología Moral para seglares, 1º,2º, II, nº492s).
La castidad purifica el
amor y lo eleva, por lo que quien procura vivir de manera pura valoriza el
amor, por lo que alcanzar la Santa Pureza se requiere:
a).
Tener un espíritu generoso: Dice la Santa
Biblia que “hay más alegría en dar que en
recibir”, esto implica que en la medida que seamos capaces de crecer en
compartir, de desprendernos de lo que atesoramos innecesariamente, vamos a
tener mayor fuerza interior para vencer cualquier tentación. Las diversas obras
de caridad o misericordia que nos propone la Iglesia ayudan eficazmente al
fortalecimiento de la voluntad, desde el amor a Dios que pide salir de cada uno
para ir al encuentro de quien lo necesita, en tanto que la impureza es un
camino del egoísmo, donde el referente con los gustos y no el servicio.
b). En
el cumplimiento el deber: Sin duda, el entrenarse permanentemente en la
fidelidad a las obligaciones cotidianas, hace que aquellos pequeños
vencimientos personales en el futuro nos permitan alcanzar el pleno
cumplimiento del deber, lo que repercute en llevar una vida donde el ideal de
la pureza sea un objetivo alcanzable. La fuerza de voluntad manifestada en el
empeño por cumplir los deberes conduce a una mejor vivencia de la pureza, en
tanto que la carencia de la fuerza de voluntad debida termina generalmente en
las puertas de los vicios. En efecto, la persona impura es una persona sin
voluntad.
c).
Con espíritu de laboriosidad: El Santo Patrono de
las Castidad es San José. Su imagen suele ser representada con una flor blanca
que nos recuerda su castidad. Él fue reconocido como el “Carpintero de Nazaret”
que trabajaba dé manera honrada, por eso dice el Evangelio que era un “varón
justo”, responsable en su trabajo diario, honrado en sus bienes y cuidadoso
del tiempo y bienes de los demás.
d).
Sistemáticos en el estudio: A lo largo de nuestra vida se
requiere de entrenarnos para obtener buenos resultados. Dice un antiguo refrán
que “el ocio es la madre de todos los vicios”, por lo que el procurar ser serios en el estudio no sólo
nos dará la oportunidad de tener un buen rendimiento escolar, sino la seguridad
de estar respondiendo al deber que Dios nos pide como es estudiar. “A lo largo de la vida hay que entrenarse…y
entrenarse es hacer un esfuerzo cuando no hace falta, para saber esforzase
cuando sea necesario; el que no saber decir no cuando pudiera decir sí, no sabrá
decir no cuando tenga que decir no. El que no sabe privarse de lo licito por
ensayo, no sabrá privarse de lo ilícito cundo sea necesario” (Eternas
Preguntas, VII, 4. R.P. Eduardo Arcusa, SJ).
PADRE JAIME HERRERA PUERTO CLARO CHILE |
Hace algunos años, bajo
el pontificado del Papa Pablo VI, se recordaba un texto del Concilio Pastoral Vaticano
II en el cual declara que “los niños y
los adolescentes tienen derecho a que se les estimule a apreciar con recta
conciencia los valores morales y a presentarles su adhesión personal y también
a que se les estimule a conocer y amar más a Dios. Ruego, pues, encarecidamente,
a todos los que gobiernan los pueblos, o están al frente de la educación, que procuren
que nunca se vea privada la juventud de este sagrado derecho” (7
Noviembre de 1975).
En la oración de cada
día del Mes de María imploramos vivir puros, lo que implica una especial
delicadeza en reconocer la virtud de la castidad como una opción de vida que
involucra la totalidad de nuestro ser, nuestra alma y nuestro cuerpo.
¡Que Viva Cristo Rey!
PADRE
JAIME HERRERA GONÁLEZ / CURA PÁRROCO DE PUERTO CLARO / VALPARAÍSO / CHILE
No hay comentarios:
Publicar un comentario