lunes, 14 de noviembre de 2016

La benignidad en el corazón de la Virgen María

  HOMILÍA MES DE MARÍA  /  COLEGIO MACKAY  / 1 5/11/2016.

La expresión “benignidad”  (2 Corintios X, 1) no suele ser utilizada de manera frecuente en nuestro lenguaje. En ocasiones,  se traduce como “amabilidad” y ·ternura”, lo que implica una particular cortesía que se manifiesta en una especial gentileza, un buen gusto en el trato con las personas, especialmente nuestros amigos, profesores y auxiliares aquí en el Colegio.


Lo opuesto a la benignidad es: Las contiendas y rencillas; el espíritu de egoísmo que conlleva juzgar al prójimo.

Lo que implica la benignidad es: Amabilidad en el trato, evitar el uso de términos groseros y el trato fuerte hacia las personas. Asumir que lo que me corresponde lo cedemos a los demás: el asiento, los primeros lugares, el primero al que sirvan en la mesa.

Entonces, quien procura ser benigno se nutre de la humildad para servir a los demás. Recordando que el buen trato  no exento de “amabilidad” siempre deja la puerta abierta para continuar una buena amistad. Quien se siente bien tratado, no dudará en responder bien,  por lo que la benignidad es una buena semilla llamada a dar muchos y mejores frutos en la vida del creyente.

A lo largo de nuestra vida, todos hemos recibido un regalo. En ocasiones, nos detenemos en el contenido, pero,  el envoltorio nos predispone a ordenar la curiosidad y hasta la sorpresa con el solo hecho de ver el envoltorio del regalo…algo semejante acontece con el fruto de la benignidad en el corazón de la Virgen María: el tono de sus palabras, el gesto oportuno, el silencio elocuente hecho cercanía durante la Pasión, daban a los actos hechos por la nuestra Madre Santísima el engaste necesario que cautivaba a todos quienes la miraban y escuchaban. Sólo así se entiende que el carácter imperativo de las palabras de la Virgen en Caná de Galilea obtuviesen una inmediata respuesta: “Hagan todo lo que Él les diga” (San Juan II, 1-12)…. “Vuestra gentileza sea conocida `por todos los hombres” (Filipenses IV, 5).

Es bueno hoy preguntar a nuestro corazón cómo hemos vivido la benignidad: ¿Hemos actuado cortésmente con nuestros compañeros de curso? ¿Ha aflorado la gentileza en el trato con nuestros padres y hermanos?  ¿Hemos incentivado las buenas conductas en los demás? El estilo del trato de Jesús era reconocido, así lo dice la Escritura Santa: “Pasó haciendo el bien(Hechos de los Apóstoles X, 38)”Como un pastor que cuida el rebaño, recoge los corderos en sus brazos, y  los lleva junto a su corazón” (Isaías XL, 11).

En la antigüedad el sacerdote tomaba con una pinzas de oro la mecha de los cirios y los recortaba con cuidado  para que no se apagara la llama, de manera semejante Dios nos ama y nos trata “benignamente”  quitando lo que está demás para no extinguir lo bueno que queda en el fondo de nuestros corazones.

En ocasiones,  podemos tener la razón en lo que queremos, podemos –objetivamente- saber que actuamos en verdad, pero,  a causa de la dureza en el trato, se impide el buen cometido que Dios quiere hacer por medio nuestro, siendo necesario aplicar en esto el antiguo refrán: “Una gota de miel puede más que mil de hiel”.

Si alguien regala un café, debe acompañarlo de un poco de azúcar, algo similar pasa con procurar hacer el bien, bien…el bien,  bien hecho. Entonces, una obra de caridad por buena que sea tiene un “valor agregado” si va revestida del fruto del Espíritu Santo que es la benignidad, como una limosna acompañada de una sonrisa.

Dios que es amor, nos trata con amor; de la misma manera hermanos hemos de hacerlo con nuestro prójimo, tal como lo hacía Nuestra Señora, de quien dice la Santa Biblia: “Muchas mujeres hicieron el bien, más tú las sobrepasas a todas(Proverbios XXXI, 10; XII, 29).

         

SACERDOTE  JAIME HERRERA GONZÁLEZ / CURA PÁRROCO /  DIÓCESIS DE VALPARAÍSO



No hay comentarios:

Publicar un comentario