HOMILÍA MES DE MARÍA / COLEGIO
MACKAY / 1 5/11/2016.
La expresión “benignidad” (2 Corintios X, 1)
no suele ser utilizada de manera frecuente en nuestro lenguaje. En ocasiones, se traduce como “amabilidad” y ·ternura”, lo
que implica una particular cortesía que se manifiesta en una especial gentileza,
un buen gusto en el trato con las personas, especialmente nuestros amigos,
profesores y auxiliares aquí en el Colegio.
Lo opuesto a la benignidad es: Las contiendas y
rencillas; el espíritu de egoísmo que conlleva juzgar al prójimo.
Lo que implica la benignidad es: Amabilidad en el trato,
evitar el uso de términos groseros y el trato fuerte hacia las personas. Asumir
que lo que me corresponde lo cedemos a los demás: el asiento, los primeros lugares,
el primero al que sirvan en la mesa.
Entonces, quien procura
ser benigno se nutre de la humildad
para servir a los demás. Recordando que el buen trato no exento de “amabilidad” siempre deja la puerta abierta para continuar una
buena amistad. Quien se siente bien tratado, no dudará en responder bien, por lo que la benignidad es una buena semilla llamada a dar muchos y mejores
frutos en la vida del creyente.
A lo largo de nuestra
vida, todos hemos recibido un regalo. En ocasiones, nos detenemos en el contenido,
pero, el envoltorio nos predispone a ordenar
la curiosidad y hasta la sorpresa con el solo hecho de ver el envoltorio del
regalo…algo semejante acontece con el fruto de la benignidad en el corazón de la Virgen María: el tono de sus palabras,
el gesto oportuno, el silencio elocuente hecho cercanía durante la Pasión,
daban a los actos hechos por la nuestra Madre Santísima el engaste necesario
que cautivaba a todos quienes la miraban y escuchaban. Sólo así se entiende que
el carácter imperativo de las palabras de la Virgen en Caná de Galilea obtuviesen
una inmediata respuesta: “Hagan todo lo
que Él les diga” (San
Juan II, 1-12)…. “Vuestra
gentileza sea conocida `por todos los hombres”
(Filipenses
IV, 5).
Es bueno hoy preguntar
a nuestro corazón cómo hemos vivido la benignidad:
¿Hemos actuado cortésmente con nuestros compañeros de curso? ¿Ha aflorado la
gentileza en el trato con nuestros padres y hermanos? ¿Hemos incentivado las buenas conductas en los
demás? El estilo del trato de Jesús era reconocido, así lo dice la Escritura
Santa: “Pasó haciendo el bien” (Hechos
de los Apóstoles X, 38)…”Como
un pastor que cuida el rebaño, recoge los corderos en sus brazos, y los lleva junto a su corazón” (Isaías
XL, 11).
En la antigüedad el
sacerdote tomaba con una pinzas de oro la mecha de los cirios y los recortaba
con cuidado para que no se apagara la
llama, de manera semejante Dios nos ama y nos trata “benignamente” quitando lo
que está demás para no extinguir lo bueno que queda en el fondo de nuestros corazones.
En ocasiones, podemos tener la razón en lo que queremos,
podemos –objetivamente- saber que actuamos en verdad, pero, a causa de la dureza en el trato, se impide el
buen cometido que Dios quiere hacer por medio nuestro, siendo necesario aplicar
en esto el antiguo refrán: “Una gota de
miel puede más que mil de hiel”.
Si alguien regala un
café, debe acompañarlo de un poco de azúcar, algo similar pasa con procurar
hacer el bien, bien…el bien, bien hecho.
Entonces, una obra de caridad por buena que sea tiene un “valor agregado” si va revestida del fruto del Espíritu Santo que
es la benignidad, como una limosna
acompañada de una sonrisa.
Dios que es amor, nos trata
con amor; de la misma manera hermanos hemos de hacerlo con nuestro prójimo, tal
como lo hacía Nuestra Señora, de quien dice la Santa Biblia: “Muchas mujeres hicieron el bien, más tú las
sobrepasas a todas” (Proverbios XXXI, 10; XII, 29).
SACERDOTE
JAIME HERRERA GONZÁLEZ / CURA PÁRROCO
/ DIÓCESIS DE VALPARAÍSO
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