jueves, 24 de noviembre de 2016

LA LONGANIMIDAD EN EL CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA

HOMILÍA MES DE MARÍA / COLEGIO MACKAY / 23/11/2016

1.        “¿Desprecias, tal vez, sus riquezas de bondad, de paciencia y de longanimidad, sin reconocer que esa bondad de Dios te impulsa a la conversión? (Romanos II, 4).

Sacerdote Jaime Herrera

La longanimidad es sinónimo de perseverancia. Proviene del latín “longus” y “animus”, es decir: un ánimo permanente, que significa un alma constante en la fidelidad con Dios. Por medio de la longanimidad podemos permanecer fieles a los ideales y propósitos propuestos, por ello es indispensable para poder perseverar en el camino dela santidad al cual estamos convocados desde el sacramento del bautismo, donde tomamos carta de “ciudadanía del cielo”.

Nuestra Patria por diversas circunstancias en general no se caracteriza por la constancia, y es una realidad indesmentible la inauguración de obras que terminan inconclusas, de no perseverar hasta lograr los objetivos propuestos, de avanzar pero mediocremente…si hasta hemos acuñado un término propio, que  no se dice en otras latitudes:

Para cada pregunta que requiera convicción, determinación o compromiso encontramos una respuesta ambigua: Cómo te ha ido?...“más o menos”, ¿Dónde andas?...“entre Tongoy y Los Vilos”, ¿Cómo va tu relación?...“ahí no más”. Esto puede ser expresión de una falla en la virtud de la perseverancia, por lo que simplemente no somos constantes, ni a nivel personal ni a nivel social.

La longanimidad (perseverancia) responde siempre al grado de esperanza que tengamos: si acaso esperamos de verdad,  entonces, seremos constantes en responder con prontitud, procurando hacer lo mejor posible nuestra  misión, venciendo todo obstáculo y desánimo que implique el camino por el cual avanzamos. Avanza el que espera; se paraliza el que nada espera: la longanimidad es como la pila que permite a nuestro reloj seguir avanzando.

a). La longanimidad evita que nos aburramos: Es tan frecuente en los niños y jóvenes decir ¡estoy aburrido! Pues piensan que los padres son como ayudantes de humoristas que tienen como única misión entretener a sus hijos. Para no aburrirse es necesario descubrir el bien de lo que uno posee; mientras mayor sea el bien descubierto más entretenidos estaremos y más perseverantes nos esforzaremos por culminar nuestra misión. Poco amor coloca quien con frecuencia se termina aburriendo en lo que realiza.

b). La longanimidad aleja la tristeza de no obtener aun lo que se busca: En general, la tristeza no es buen síntoma ni es mejor consejero, pues impide el continuar el esfuerzo por alcanzar lo que uno busca y lo que uno se propone. Las lágrimas no apuran el paso del caminar ni fortalecen la convicción.

c). La longanimidad diluye la ira: El resentimiento, el menosprecio, y la dureza del corazón suelen obstruir el caminar del que quiere realizar una buena acción, en cambio, aquel que vive en el amor, el respeto, la compasión y el perdón, logra llegar al fin de cada uno de sus propósitos. La perseverancia final será la coronación del que viva según el Corazón de Jesús, quien nos dice: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.

Sacerdote Católico
La sabiduría de los Santos contiene una enseñanza que siempre resulta oportuna y eficaz. También, en el fruto del Espíritu Santo de la longanimidad (perseverancia) encontramos dos lecciones sobresalientes en base a dos preguntas que se hicieron dos Santos: San Francisco de Asís preguntaba: “¿Señor, que quieres que haga?” Y,  San Alberto Hurtado Cruchaga se presentaba: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Ambas muestras la necesidad de actuar sabiamente, evitando la prisa, la impulsividad, la agresividad en nuestras acciones y palabras.

La longanimidad es necesaria en vistas a la salvación: La Virgen María tiene un rol insustituible en el camino de nuestra redención, por esto, no tiene comparación su capacidad de espera, pues se sobrepuso ante las mayores incertidumbres y sufrimientos. Nada detuvo su espera, a la vez que en todo momento fue perseverante a los designios que Dios le iba proponiendo. Su actitud fue de una constante entrega nacida de una fe recibida, desde temprana edad en  que primero su alma y segundo su cuerpo estuvieron consagrados al Señor.

La fuerza interior ante la adversidad que es la longanimidad, es muy necesaria en la actualidad ante la crispación social,   que ha sido cultivada por la dictadura del relativismo y por la ideología ciudadana, pero –también- tiene relevancia (la perseverancia) en vistas a la preparación del creyente a la venida de Jesucristo en la Parusía, pues  según enseña la Santa Biblia: “los que esperan al Eterno tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán(Isaías XL, 31)…Quienes sean fieles y perseveran serán bienaventurados: “El que persevera hasta el fin, ese será santo” (San Mateo X, 22)….”Aparecería por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que esperan (Hebreos IX, 28)….”Por lo tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tarda. Tened –también- vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones porque la venida del Señor se acerca” (Santiago V, 8-7).    ¡Que Viva Cristo Rey!

    
 PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ /    NUESTRRA SEÑORA DE LAS MERCEDES DE PUERTO CLARO / CHILE
                                                        
  






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