HOMILÍA MES DE MARÍA / COLEGIO MACKAY / 23/11/2016
1.
“¿Desprecias, tal vez, sus riquezas
de bondad, de paciencia y de longanimidad, sin reconocer que esa bondad de Dios
te impulsa a la conversión? (Romanos
II, 4).
Sacerdote Jaime Herrera |
La longanimidad es sinónimo de perseverancia. Proviene del latín “longus” y “animus”, es decir: un ánimo
permanente, que significa un alma constante en la fidelidad con Dios. Por medio
de la longanimidad podemos
permanecer fieles a los ideales y propósitos propuestos, por ello es
indispensable para poder perseverar en el camino dela santidad al cual estamos
convocados desde el sacramento del bautismo, donde tomamos carta de “ciudadanía del cielo”.
Nuestra Patria por
diversas circunstancias en general no se caracteriza por la constancia, y es
una realidad indesmentible la inauguración de obras que terminan inconclusas,
de no perseverar hasta lograr los objetivos propuestos, de avanzar pero
mediocremente…si hasta hemos acuñado un término propio, que no se dice en otras latitudes:
Para cada pregunta que
requiera convicción, determinación o compromiso encontramos una respuesta
ambigua: Cómo te ha ido?...“más o menos”,
¿Dónde andas?...“entre Tongoy y Los Vilos”, ¿Cómo va tu relación?...“ahí no
más”. Esto puede ser expresión de una falla en la virtud de la perseverancia,
por lo que simplemente no somos constantes, ni a nivel personal ni a nivel
social.
La longanimidad (perseverancia) responde siempre al grado de esperanza
que tengamos: si acaso esperamos de verdad, entonces, seremos constantes en responder con
prontitud, procurando hacer lo mejor posible nuestra misión, venciendo todo obstáculo y desánimo que
implique el camino por el cual avanzamos. Avanza el que espera; se paraliza el
que nada espera: la longanimidad es como la pila que permite a nuestro reloj
seguir avanzando.
a).
La longanimidad evita que nos aburramos: Es tan frecuente en
los niños y jóvenes decir ¡estoy aburrido! Pues piensan que los padres son como
ayudantes de humoristas que tienen como única misión entretener a sus hijos.
Para no aburrirse es necesario descubrir el bien de lo que uno posee; mientras
mayor sea el bien descubierto más entretenidos estaremos y más perseverantes
nos esforzaremos por culminar nuestra misión. Poco amor coloca quien con
frecuencia se termina aburriendo en lo que realiza.
b).
La longanimidad aleja la tristeza de no obtener aun lo que se busca:
En general, la tristeza no es buen síntoma ni es mejor consejero, pues impide
el continuar el esfuerzo por alcanzar lo que uno busca y lo que uno se propone.
Las lágrimas no apuran el paso del caminar ni fortalecen la convicción.
c).
La longanimidad diluye la ira: El resentimiento, el
menosprecio, y la dureza del corazón suelen obstruir el caminar del que quiere
realizar una buena acción, en cambio, aquel que vive en el amor, el respeto, la
compasión y el perdón, logra llegar al fin de cada uno de sus propósitos. La
perseverancia final será la coronación del que viva según el Corazón de Jesús,
quien nos dice: “Aprended de mí que soy
manso y humilde de corazón”.
Sacerdote Católico |
La sabiduría de los
Santos contiene una enseñanza que siempre resulta oportuna y eficaz. También,
en el fruto del Espíritu Santo de la longanimidad
(perseverancia) encontramos dos lecciones sobresalientes en base a dos
preguntas que se hicieron dos Santos: San Francisco de Asís preguntaba: “¿Señor, que quieres que haga?” Y, San Alberto Hurtado Cruchaga se presentaba: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Ambas
muestras la necesidad de actuar sabiamente, evitando la prisa, la impulsividad,
la agresividad en nuestras acciones y palabras.
La longanimidad es necesaria en vistas a la salvación: La Virgen María
tiene un rol insustituible en el camino de nuestra redención, por esto, no
tiene comparación su capacidad de espera, pues se sobrepuso ante las mayores
incertidumbres y sufrimientos. Nada detuvo su espera, a la vez que en todo
momento fue perseverante a los designios que Dios le iba proponiendo. Su
actitud fue de una constante entrega nacida de una fe recibida, desde temprana
edad en que primero su alma y segundo su
cuerpo estuvieron consagrados al Señor.
La fuerza interior ante
la adversidad que es la longanimidad,
es muy necesaria en la actualidad ante la crispación social, que ha sido cultivada por la dictadura del
relativismo y por la ideología ciudadana, pero –también- tiene relevancia (la
perseverancia) en vistas a la preparación del creyente a la venida de
Jesucristo en la Parusía, pues según
enseña la Santa Biblia: “los que esperan
al Eterno tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán, y no
se fatigarán” (Isaías XL, 31)…“Quienes
sean fieles y perseveran serán bienaventurados: “El que persevera hasta el fin, ese será santo” (San Mateo X, 22)….”Aparecería por segunda vez, sin relación
con el pecado, para salvar a los que esperan” (Hebreos IX,
28)….”Por lo tanto, hermanos,
tened paciencia hasta la venida del
Señor. Mirad cómo el labrador espera
el fruto precioso de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tarda. Tened
–también- vosotros paciencia y
afirmad vuestros corazones porque la venida del Señor se acerca” (Santiago
V, 8-7). ¡Que Viva Cristo Rey!
PADRE
JAIME HERRERA GONZÁLEZ / NUESTRRA
SEÑORA DE LAS MERCEDES DE PUERTO CLARO / CHILE
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