HOMILÍA MES DE MARÍA /
COLEGIO MACKAY / 28/12/2016.
Iniciamos el día
vigésimo de nuestro Mes dedicado a contemplar la obra del Espíritu Santo en el
alma de la Virgen María. Esta semana recorremos los siete dones, el primero y
principal de los cuales es el de Sabiduría.
Por medio de este don nosotros podemos juzgar las realidades humanas según la
medida de Dios.
Según esto, hemos de
distinguir entre lo que habitualmente denominamos como “sabiduría humana” como conocimiento adquirido o profundizado sobre
tal a cual realidad, con el “don de sabiduría”
el cual no es adquirido por la experiencia humana sino que es concedido
(infundido) de inmediato por el Espíritu
Santo. Por esto, una persona sabia puede conocer mucho sobre Dios, citar de
memoria la Santa Biblia y en ocasiones “corregirla y aumentarla” con diversidad
de traducciones, más la sabiduría
que es recibida como un don del Espíritu Santo hace realmente vivir de Dios y
estar permanentemente familiarizado con Él.
El don de sabiduría no se adquiere sentado
leyendo, ni teorizando la vida religiosa y espiritual, sino que consiste en
observar todo con los ojos de Dios. Si colocamos un vidrio de color ante
nuestros ojos todo lo veremos del color utilizado, entonces, toda la realidad
observada toma un color determinado…de modo semejante con el don de sabiduría podemos descubrir la realidad
desde la mirada de Dios. Se cuenta que San Francisco de Asís participaba del
don de sabiduría pues cuando repetía
el nombre de Dios o de Jesucristo percibía en su boca un sabor más agradable
que el que le producía la miel silvestre.
San Bernardo de
Claraval sostenía que “hay almas tan
bondadosas que no encuentran sabor más que en el bien y no hacen ninguna cosa
que no sea en vistas a realizar un bien”. Cuando no participamos del don de sabiduría caemos en la tentación de
ver las cosas según nuestros “gustos personales”, y según “las circunstancias de nuestro corazón” en ocasiones impregnados de
odios, recelos, desconfianzas, mezquindades y envidias.
¿Cómo vivir en el don
de sabiduría en este Mes bendito?
a).
Con los ojos, oídos y corazón de Dios: Si miramos las
realidades con la mirada de Dios, y juzgamos los acontecimientos según la
medida divina, entonces, nuestras:
aspiraciones, anhelos, deseos, proyectos, realizaciones y actividades quedaran
marcadas por el soplo del Espíritu que hace nuevas todas las cosas. Qué
distinto es el modo de actuar cuando se deja llevar por el don de sabiduría, toda vez que miramos la
realidad con los ojos de Dios: vale decir, nada escapa de sus designios, por lo que no hay marginados de su amor
misericordioso, en tanto que estamos permanentemente llamados a convertirnos e
invitados a caminar en su presencia.
Para rodo creyente que
vive en el don de sabiduría lo que
mira a su alrededor es parte del proyecto que Dios tiene para su salvación. De
manera semejante, percibir con los oídos de Dios implica escuchar las
necesidades de quienes están a nuestro alrededor especialmente en vistas a
conocer a Dios. No hay mayor silencio que no escuchar hablar de Dios ni querer
hablar con Dios, por esto nuestros oídos en sintonía
natural con el “oído de nuestro Dios” nos hará estar prestos a dar a
conocer a Jesucristo a quien lo busca y necesita con urgencia.
Mas, lo que implicar
escuchar y ver con la mirada y oído de Dios, requiere de sintonizar
necesariamente con el corazón de Dios, del cual los
evangelios nos refieren con gran insistencia: “aprended de mí que soy manso y humilde corazón”…”mirarán al que
traspasaron”, todo lo cual, nos lleva a juzgar con el juicio de Dios que
antecede su misericordia a la justicia.
b).
Descubrir la huella de Dios en las realidades del mundo:
Siendo participes del don de sabiduría
el bautizado puede contemplar con cierta connaturalidad y simpatía la belleza
de la creación. El Católico que vive del Espíritu Santo entiende que todo en él
habla de Dios, por lo que su vida misma está llamada a ser un signo elocuente que
·descifre la presencia y amor de Dios. Sabiamente
escribió Santo Tomas de Aquino que “Aquel
que conoce de manera absoluta la causa, que es Dios, se considera sabio en
absoluto, por cuanto puede juzgar y ordenar todo por las reglas divinas. Pues
bien, el hombre alcanza ese tipo de juicio por el Espíritu Santo” (Summa
Teológica II-II, q.45, art.1)
c).
Comunicar a Dios con nitidez: El don de sabiduría nos permite hacer apostolado con
la claridad tal, que todos perciban cómo Dios actúa en nuestra vida, por medio
de lo que pensamos, hacemos y decimos: “No
os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os
comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que habléis, sino que
el Espíritu Santo de vuestro Padre será el que hablará en vosotros” (San
Mateo X, 18-20).
Si acaso en la tierra
alguien gozó del hecho de estar “llena del Espíritu de Dios”, fue la
Virgen Santísima, por lo que tuvo en sus palabras la capacidad para acercar al
Corazón de su hijo las almas más alejadas y necesitadas, en tanto que fue
perseverante, supo elegir adecuadamente: palabras, lugares, tiempos y silencios; supo privilegiar
mirando la bondad de las cosas, las cuales descubrió como evidentes porque la
acercaban al cumplimiento de la voluntad de Dios y a permanecer en su presencia
en todo momento. Junto con la Virgen nuestra Madre, en este nuevo día del Mes
de María, imploremos el don de sabiduría
para poder comprender y amar a Dios como Él quiere ser conocido y amado por
nosotros por medio de su Madre Santísima. ¡Que Viva Cristo Rey!
PADRE JAIME
HERRERA / PARROQUIA PUERTO CLARO /
VALPARAÍSO / CHILE
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