lunes, 28 de noviembre de 2016

LA SABIDURÍA EN EL CORAZÓN DE LA VIRGEN MARÍA

  HOMILÍA MES DE MARÍA  /  COLEGIO MACKAY  /  28/12/2016.

Iniciamos el día vigésimo de nuestro Mes dedicado a contemplar la obra del Espíritu Santo en el alma de la Virgen María. Esta semana recorremos los siete dones, el primero y principal de los cuales es el de Sabiduría. Por medio de este don nosotros podemos juzgar las realidades humanas según la medida de Dios.

Según esto, hemos de distinguir entre lo que habitualmente denominamos como “sabiduría humana” como conocimiento adquirido o profundizado sobre tal a cual realidad,  con el “don de sabiduría el cual no es adquirido por la experiencia humana sino que es concedido (infundido)  de inmediato por el Espíritu Santo. Por esto, una persona sabia puede conocer mucho sobre Dios, citar de memoria la Santa Biblia y en ocasiones “corregirla y aumentarla” con diversidad de traducciones, más la sabiduría que es recibida como un don del Espíritu Santo hace realmente vivir de Dios y estar permanentemente familiarizado con Él.


El don de sabiduría no se adquiere sentado leyendo, ni teorizando la vida religiosa y espiritual, sino que consiste en observar todo con los ojos de Dios. Si colocamos un vidrio de color ante nuestros ojos todo lo veremos del color utilizado, entonces, toda la realidad observada toma un color determinado…de modo semejante con el don de sabiduría podemos descubrir la realidad desde la mirada de Dios. Se cuenta que San Francisco de Asís participaba del don de sabiduría pues cuando repetía el nombre de Dios o de Jesucristo percibía en su boca un sabor más agradable que el que le producía la miel silvestre.

San Bernardo de Claraval sostenía que “hay almas tan bondadosas que no encuentran sabor más que en el bien y no hacen ninguna cosa que no sea en vistas a realizar un bien”. Cuando no participamos del don de sabiduría caemos en la tentación de ver las cosas según nuestros “gustos  personales”, y según “las circunstancias de nuestro corazón” en ocasiones impregnados de odios, recelos, desconfianzas, mezquindades y envidias.

¿Cómo vivir en el don de sabiduría en este Mes bendito?

a). Con los ojos, oídos y corazón de Dios: Si miramos las realidades con la mirada de Dios, y juzgamos los acontecimientos según la medida divina, entonces,  nuestras: aspiraciones, anhelos, deseos, proyectos, realizaciones y actividades quedaran marcadas por el soplo del Espíritu que hace nuevas todas las cosas. Qué distinto es el modo de actuar cuando se deja llevar por el don de sabiduría, toda vez que miramos la realidad con los ojos de Dios: vale decir,  nada escapa de sus designios,  por lo que no hay marginados de su amor misericordioso, en tanto que estamos permanentemente llamados a convertirnos e invitados a caminar en su presencia.

Para rodo creyente que vive en el don de sabiduría lo que mira a su alrededor es parte del proyecto que Dios tiene para su salvación. De manera semejante, percibir con los oídos de Dios implica escuchar las necesidades de quienes están a nuestro alrededor especialmente en vistas a conocer a Dios. No hay mayor silencio que no escuchar hablar de Dios ni querer hablar con Dios, por esto nuestros oídos en sintonía natural con el “oído de nuestro Dios” nos hará estar prestos a dar a conocer a Jesucristo a quien lo busca y necesita con urgencia.

Mas, lo que implicar escuchar y ver con la mirada y oído de Dios, requiere de sintonizar necesariamente con el corazón de Dios, del cual los evangelios nos refieren con gran insistencia: “aprended de mí que soy manso y humilde corazón”…”mirarán al que traspasaron”, todo lo cual, nos lleva a juzgar con el juicio de Dios que antecede su misericordia a la justicia.


b). Descubrir la huella de Dios en las realidades del mundo: Siendo participes del don de sabiduría el bautizado puede contemplar con cierta connaturalidad y simpatía la belleza de la creación. El Católico que vive del Espíritu Santo entiende que todo en él habla de Dios, por lo que su vida misma está llamada a ser un signo elocuente que ·descifre  la presencia y amor de Dios. Sabiamente escribió Santo Tomas de Aquino que “Aquel que conoce de manera absoluta la causa, que es Dios, se considera sabio en absoluto, por cuanto puede juzgar y ordenar todo por las reglas divinas. Pues bien, el hombre alcanza ese tipo de juicio por el Espíritu Santo” (Summa Teológica II-II, q.45, art.1)

c). Comunicar a Dios con nitidez: El don de sabiduría nos permite hacer apostolado con la claridad tal, que todos perciban cómo Dios actúa en nuestra vida, por medio de lo que pensamos, hacemos y decimos: “No os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu Santo de vuestro Padre será el que hablará en vosotros” (San Mateo X, 18-20).

Si acaso en la tierra alguien gozó del hecho  de estar “llena del Espíritu de Dios”, fue la Virgen Santísima, por lo que tuvo en sus palabras la capacidad para acercar al Corazón de su hijo las almas más alejadas y necesitadas, en tanto que fue perseverante, supo elegir adecuadamente: palabras,  lugares, tiempos y silencios; supo privilegiar mirando la bondad de las cosas, las cuales descubrió como evidentes porque la acercaban al cumplimiento de la voluntad de Dios y a permanecer en su presencia en todo momento. Junto con la Virgen nuestra Madre, en este nuevo día del Mes de María, imploremos el don de sabiduría para poder comprender y amar a Dios como Él quiere ser conocido y amado por nosotros por medio de su Madre Santísima. ¡Que Viva Cristo Rey!


PADRE JAIME HERRERA  / PARROQUIA PUERTO CLARO / VALPARAÍSO / CHILE





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