jueves, 9 de noviembre de 2017

“EL SANTO NOMBRE DE MARÍA”

MES DE MARÍA/ MACKAY & STPETERS’S & PUERTO CLARO / 2017

MADRE DE PUERTO CLARO
Todos los que estamos en este lugar tenemos un nombre. Sería muy largo citar a cada uno de ellos, pero bien sabemos que responde al que nuestros padres quisieron colocarnos al momento de nacer, y –ciertamente- nos lo decían cuando aún estábamos en el vientre materno.

Dicho nombre responde a un acto voluntario y consciente de nuestros padres, que no es fruto de la suerte ni de algo circunstancial. Es consecuencia del nombre que ambos desearon darnos, y que –probablemente- es el que uno de ellos llevase en su vida, que evocara algo importante para la familia (bisabuelo, abuelo, tío, hermano, padrino), que recordase algún patrono espiritual (José, Ignacio, Matías, Alberto, Teresa) o alguna advocación religiosa (Rosario, Esperanza, Lourdes, Caridad, Trinidad). Lo cierto es que el nombre fue “intencionalmente” escogido, y desde entonces fue motivo de orgullo para ellos y para nosotros.

Dice la Santa Biblia que la Virgen tuvo un nombre: “la Madre de Jesús se llamaba María”. Así Dios lo solicitó directamente a sus padres – san Joaquín y Santa Ana- , y los cuatro evangelios cuando se refieren a Ella lo hacen recordando ese nombre: ¡María!

En tiempos de nuestro Señor, y especialmente en la cultura de Oriente, el nombre revestía no sólo el apelativo con que cada uno seria reconocido, sino que incluía –además- la misión que debería cumplir a lo largo de toda su vida.

Es decir, el nombre constituía un proyecto de vida, un itinerario que se recorrería, a lo largo de toda nuestra vida: desde la gestación hasta el último suspiro que Dios nos conceda.

 MES DE MARIA AÑO 2017 KINDER

a). El nombre de María como “amada de Dios”:

En el caso de la Santísima Virgen el nombre de “María” significa la “amada de Dios”, por lo que cada vez que nosotros repetimos dicha expresión evocamos en su alma el saberse querida por Dios en todo momento

La Virgen María recibe distintos nombres, por dos razones: primero,  porque la grandeza de su vida y de su alma no puede encerrase en una sola denominación sino que se manifiesta de múltiples formas, y en segundo lugar, porque sus hijos son incontables, y en su corazón ninguno queda fuera.

Al interior de  nuestro hogar, cada hijo llama de forma diferente a su madre, y ella sabe percibir –perfectamente- lo que cada hijo requiere. Aún más, diremos que de manera instintiva, con el “sexto sentido” que el Señor le dio a toda mujer y madre, suelen percibir con el solo acto de escuchar el tono de voz de un hijo el estado de ánimo que trae: si le fue bien o mal, si anda preocupado o alegre, pudiendo por ello, con un particular  sentido de la delicadeza y diligencia saber cómo ayudar al hijo en todas y cada una de sus necesidades, de la mejor manera. En expresión del Papa Juan Pablo II: “es la mejor intérprete del amor de Dios para sus hijos”.

La Virgen cuyo Mes bendito hoy iniciamos, sabía que su nombre era una misión encomendada por el Señor. Por ello, desde el octavo día de nacida al ser presentada en el templo, recibe el encargo de ser “anuncio” y “presentadora”  (portadora) de Jesús, el Salvador del mundo.

En la Iglesia la manifestación del amor a la Santísima Virgen ha sido algo basilar, es decir, desde su inicio no ha dejado de mostrar su afecto y amor reverencial hacia la Madre de Dios, que en la persona de Jesucristo – perfecto Dios y hombre a la vez,  es nuestra Madre.

Nuestra Iglesia ha dedicado a lo largo del año un día especial para honrar el Santo Nombre de María, puesto que conmemora lo sucedido en Austria en septiembre de 1683. Entonces, los católicos defendieron la ciudad de Viena enfrentándose  al doble de sus adversarios. Con la ayuda de Dios pudieron salir victoriosos por medio de una batalla breve pero violentísima, en la cual, en el transcurso de pocas horas murieron unos veinte mil musulmanes.

Sin duda, la historia enseña que hubo un antes y un después en todo el mundo cristiano luego de aquel día donde gran parte de Europa  enfrentaba el avance del islam que –por entonces- se presentaba como imparable. Por intervención de la Virgen hubo un freno definitivo.

El general polaco (Juan Sobiesky)  que obtuvo la victoria envió una carta al Santo Padre citando la antigua frase del emperador Julio César: “Vine, vi y vencí”, la sustituyó, en su condición de creyente que era por: “Vinimos, vimos y Dios venció”. El mérito era del Señor…pero también era atribuible al poder de intercesión de aquella Virgen cuyo nombre es María.

PASTORAL SAINT PETER’S SCHOOL 2017


b). El nombre de María como “linaje de Dios”:

También, el nombre de la Virgen proviene de la expresión hebrea: “Dios es de mi linaje”, reconociendo con ello que el ADN de la Virgen anuncia que fue creada “muy parecida a Dios” pues solo Ella tuvo el privilegio del Cielo de ser denominada: “la llena de gracia” en la voz del arcángel San Gabriel.

La unión entre la persona del Hijo y de su madre nos hace descubrir que Jesús nunca niega lo que se pide a nombre de su Madre. Por aquella obediencia nacida del amor perfecto, el Señor no deja de hacer todo lo que la Virgen le pide, dando un valor muy grande a todas nuestras peticiones que hacemos bajo el dulce y santo Nombre de María.

c). El Nombre de María como “señora” o “soberana”.
Para los Padres de la Iglesia este nombre significa “señora” o “soberana”. Consideremos, al inicio de este Mes bendito que si el Señor Jesús tiene compasión de un deudor arrepentido ¿cuánto más tendrá misericordia por aquellos que invocamos aquí en la tierra el solo nombre de María?

Como el Señor dijo que “todo lo que  pidamos en su nombre nos será concedido”, el solo hecho de recordar el nombre de su Madre, de manera cotidiana a lo largo de un mes completo, hace resonar como un eco lo dicho aquí –en el tiempo que pasa- que se oye allá en el Cielo –en la eternidad-. Por esto el nombre de María es una llave que abre la puerta del cielo para recibir muchas bendiciones y para obtener perdón por las almas de los difuntos que se purifican en el purgatorio.

Recordemos que el nombre de la Virgen significa: Amada de Dios, el Linaje de Dios y la Señora del Cielo. Que Ella nos bendiga con la fidelidad a lo largo de todo este Mes consagrado a su Dulce Nombre. ¡Que Viva Cristo Rey!

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