MEDITACIÓN DÉCIMO CUARTA / MES DE MARÍA / AÑO 2017
1 Buscando la verdadera alegría del
católico.
VIRGEN ALEGRE CATEDRAL TOLEDO |
Casi sin darnos cuenta
hemos recorrido gran parte del Mes de María. Nos quedan sólo cuatro letanías,
lo cual es motivo sin lugar a dudas de inmenso gozo en cielo, pues si la Virgen
alegro al mundo dándonos a sui hijo y Dios en este mundo ¡cuánto mayor será la
alegría al momento que las almas de los justos y de los ángeles se alegren con
cada palabra hermosa y llena de cariño que se le dice durante cada día de este
Mes! Por eso, renovamos nuestro compromiso y acrecentamos la perseverancia para
participar.
Mayor es la alegría si en
el cielo y la tierra saben que lo hacemos en medio de la celebración de la
Santa Misa donde se revive el misterio de la Pasión de modo incruento. ¡Es el
mismo sacrificio! El cual ahora se actualiza sobre nuestro altar que es la cruz
elegida por el Señor para hacerse presente nuevamente en medio nuestro.
Contra todo lo que el
criterio liberal pueda pensar nosotros somos capaces de evocar la Pasión del
Señor, su muerte en la Cruz, su sacrificio redentor en el mismo día que
evocamos la letanía lauretana de “Causa
de nuestra alegría”, porque finalmente la raíz de toda tristeza en el mundo
se hunde profundamente en el pecado, y la causa de nuestra verdadera alegría es
la presencia de Jesucristo en el mundo, toda vez que viene a salvarlo de su más
honda esclavitud como es el pecado en todas sus formas.
El primer anuncio del
Cielo hacia la Santísima Virgen fue comunicado por la voz del arcángel San
Gabriel…y le dijo a la Virgen: “Alégrate”….Los
pastores de Belén se acercaron sorprendidos en la noche luminosa de Belén, pues no sólo la
estrella guío a los Reyes Magos provenientes de recónditos lugares sino que
encamino con su luz –también- a los inmediatos pastores que escucharon la voz
de los Ángeles entonar “una gran alegría
hoy nacido”.
Ni la extensa noche que
duró un mundo alzado de espaldas a Dios como fue el que se edificó entre el
desastre del paraíso terrenal hasta el día de la Anunciación, fueron capaces de
mitigar el gozo que trajo al mundo la llegada del Hijo de Dios, e hijo de María Santísima, por eso Ella es, para
todos los creyentes, la verdadera causa
de nuestra alegría.
Si su grandeza se funda
en su maternidad divina, entonces el gozo por la venida de Cristo provoca que María
Santísima sea causa de alegría para el orbe creyente. Las gracias recibidas por
este misterio limpian de raíz las miserias del alma en la cual, sólo ha de
reinar la esperanza alegre de sabernos redimidos por el Señor Jesús por medio
de la Iglesia de cual María es Madre y Maestra.
“Se
alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”: Si la mayor pobreza es
la de pecar, la mayor alegría es la que conduce el arrepentimiento eficaz y a
vivir en estado de gracia, y de amistad con Dios.
Si pensamos que la Virgen
María fue concebida sin pecado original,
y por tanto nunca estuvo sumergida por pecado alguno, entonces cómo será su
alegría si está unida a toda virtud, y además, en todo momento. Nada apagó en
su vida el gozo de saberse amada por Dios, incluso si estuvo con el dolor de la
muerte de Cristo, no perdió la dulzura de su corazón, la pureza de su mirada y
la entereza de su fe….por eso permanece
de pie junto a la cruz.
PÁRROCO DE VALPARAÍSO CHILE |
La bella imagen que se encuentra
en la Catedral de Toledo en España nos muestra a la Virgen Feliz junto a Jesús
en sus brazos…Igual acontece con Jesús, algo “crecidito”, parece sonreír en los frágiles brazos de su madre y al
sostener el rostro de la Virgen. ¿Qué madre no sonríe al ver a su hijo feliz?
¡Todas! ¿Qué hijo no sonríe al ver a su madre feliz? ¡Todos!
Y por cierto la Madre de
todos que está en el Cielo como Reina del Universo no puede sino contagiar como naturalmente a todos los que son
sus hijos espirituales. El amor de la madre nunca falla, por ello, por muy grande que sea el pesar de un hijo,
encuentra no sólo alivio y consuelo en los brazos maternales, sino la causa de
una alegría que de la mano va con la paz.
Sin el disfraz de un payaso
como ocultando tras una carcajada el drama del corazón herido por el pecado, ni recurriendo al mezquino humor falseado producido
a costa de las deficiencias ajenas, ni acusando una burla socarrona llena del sarcasmo y de
crítica destemplada hacia los demás, o del falso buen humor sacado a costa de
tanta droga y alcohol.
No, no es ese el origen
de la verdadera alegría del católico, cuya alma se goza porque Jesucristo “vino, viene y vendrá”, primero: en la
humildad del recién nacido de Belén….luego: cada día en la Santa Misa como “Pan que da la vida verdadera”….y luego:
“vendrá a juzgar a vivos y muertos”,
en la Parusía, reinando eternamente a
la diestra de Dios Padre.
CRISTO DE LA MATRIZ CHILE 2017 |
2.
¿Qué lecciones aprendemos de María,
causa de nuestra alegría?
a).
Tener un corazón disponible para Dios: La Virgen María estuvo
siempre atenta a cumplir lo que Dios le estaba pidiendo, por incomprensible que
le pareciera, por misterioso, por salido de programa. Sin duda, se dejaba
sorprender por el amor de Dios y ello era motivo de verdadera alegría en su
alma. Quien cumple la voluntad de Dios sabe que actúa bien, y por tanto su alma
está en paz y es feliz.
b).
Crecer en espíritu de sacrificio: Todos los buenos
deportistas, a pesar del rigor del entrenamiento y del exceso de las
competencias suelen vivir felices, porque se realizan personalmente sabido que
lo que más se valora en la vida termina siendo aquello que más ha costado
obtener. Ejemplos son muchos: Nuestro jugador de futbol Alexis Sánchez y el
tenista Rafael Nadal. El sacrificio ofrecido por amor a Dios es causa de
realización interior, y por lo tanto de felicidad para quien cree de verdad.
c).
Acercar a los amigos a Dios y la Iglesia: El apostolado de
la alegría pasa por contagiar de convicción a los que están a nuestro
alrededor, evitando la monotonía, el espíritu abúlico y hasta displicente del
que hace las cosas por inercia y olvida que la verdad católica tiene un resplandor;
que la caridad de Dios, puesta en nuestras manos e iniciáticas, nos hace prolongar el amor de Cristo por las
almas, siendo verdaderos testigos del
perdón, de la gracia, de los dones y talentos que el Señor Jesús inmerecidamente
nos ha dado a lo largo de toda nuestra vida.
Por lo tanto, saberse
amados por Dios es causa de felicidad y constituye el motor que nos mueve para
contagiar de una sana alegría a los que más sufren en su alma y en su cuerpo: Los
que tienen hambre, los que tienen sed, los peregrinos, los
forasteros, los errantes, los desnudos, los enfermos, y los encarcelados justa
o injustamente.
Que en esta Letanía
Lauretana de María, causa de nuestra alegría encontremos el lema para guiar
nuestras opciones personales, dejando en las manos de Dios, tal como lo hizo
María Santísima, nuestros anhelos,
sueños y realizaciones. Así, si seremos felices saber que estamos cumpliendo la
Voluntad de Dios. ¡Que Viva Cristo Rey!
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