HOMILÍA 50° ANIVERSARIO EGRESO SSCC 1967-2017
¡SALVA TU ALMA!
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1. “Los divinos corazones nos formaron”.
Agradezco hondamente la
invitación a celebrar esta Santa misa en acción de Gracias con motivo del
Egreso de la promoción del año 1967 de nuestro Colegio. Más allá de ser un
hecho fortuito para mi constituye un imperativo poder celebrar esta Eucaristía
junto a quienes preceden a mi generación que es de 1981. Ustedes conmemoran las
Bodas de Oro, lo cual nos hace recordar la grandeza de aquel noble y preciado
metal, que amerita tanto esfuerzo su búsqueda y posterior purificación.
Esto evidencia muy gráficamente
el tiempo transcurrido, en el cual hay muchas cosas por las que agradecer al
Buen Dios, como –también- otras tantas debilidades experimentadas a lo largo de
cinco décadas, desde que entonaron el
himno del Colegio, en su estrofa inicial: “Los
divinos corazones nos formaron”.
Ciertamente, la
centralidad de la formación que antaño recibieron, giraba en torno a la
presencia viva de los Sagrados Corazones, lo cual no era una marca
institucional sino una impronta educativa que indeleblemente sellaba el alma de
cada uno de los alumnos que tan numerosamente pasaban por sus aulas, entre los
cuales nos contamos con orgullo.
Su Corazón, nuestro lema
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En esta realidad,
vivieron largos años algunos y otros un tiempo abreviado por el traslado de sus
padres o por la conducta, tan exigente
en esos años. Mas, los lazos establecidos como niños y adolescentes de entonces
no ten´+ian una circunstancia de quiebre ni fecha de duración, como lo hemos
experimentado tantas veces, hasta reconocer que existe un verdadero espíritu de
los Sagrados Corazones, el cual lejos de quedar reducido a un genérico impulso
casi de camaradería, se fundamentó en la realidad experimentada por los
discípulos a los pies del calvario, a constatar el corazón traspasado de Jesús,
y el dolor inmenso de nuestra madre santísima, previamente anunciado al
amanecer del Evangelio por el anciano Simeón en el templo: “A ti una espada de dolor traspasará tu corazón”.
Entonces, no podemos
separar la gracia que deviene de Jesús con aquella que pasa por las manos de la
Virgen María. ¡Toda gracia cristiana es a la vez mariana!
Durante los años de
pertenencia al Colegio de los Sagrados Corazones diariamente llevaron a la altura
del corazón, con orgullo y sobriedad, la insignia en la cual está representada
la identidad tantas veces invocada, proveniente
del colegio más antiguo de la ciudad de Valparaíso, y fundante en el plano de la educación particular y católica en muestra
región de Latinoamérica.
¡Todo un legado que
conlleva la misión de preservar, purificar y acrecentar!
Muchos establecimientos
de nuestra ciudad llevan nombres de héroes de la Iglesia y de la Patria, en
otros casos de ilustres personajes, y hasta de diversos elementos de la
naturaleza, más el nuestro tiene su denominación sacada del testamento
elocuente del crucificado que lo anunció de manera explícita: ”Mirarán al que traspasaron”…”cuando yo sea
elevado –en la cruz- atraeré a todos hacia Mi”.
MISA EX ALUMNOS SSCC VIÑA
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Solía decir un gran santo
que “a tales gracias, tales
responsabilidades”. Cada uno sabe que es responsable de contagiar el buen
espíritu recibido al ámbito donde nos movemos y existimos, haciendo un lugar de
misión cada rincón en el cual haya alguien que lo necesite, este cercano o
lejano, goce de nuestra amistad o no. Basta que descubramos que es el Señor
quien quiere darse a conocer para procurar hacer los mejores esfuerzos con el
fin de atraer al corazón de Jesús a todo aquel que está llamado a buscarle, a
todo quien está invitado a recibirle, a todo aquel que ha sido bautismalmente
convocado a poseerle, tal como enseño tan hermosamente San Alberto Hurtado: “La vida nos fue dada para buscar a Dios, la
muerte fue dada para encontrarle y la Eternidad para poseerle”.
Lo bueno para nosotros es
bueno que lo demos a conocer a los demás. Hay un imperativo en esta materia que
nos lleva a ser profundamente inconformistas
mientras haya quienes pueden conocer más y perfectamente el esplendor de la
verdad que un día recibimos en nuestros primeros años de vida con el testimonio
y lecciones de tantos maestros que en esta mañana no dejamos de recordar: Ángel
Muga (Castellano); Andrés Villa (Religión); Armando Agüero; Hugo González
(Artes Plásticas); Silvio Olate (Música); Clara Lillo; Fresia Acuña (Inglés);
Oscar Gaete (Inspector General); y Armando Ramírez (Ciencias). ¡Tantos por
cuyos nombres hoy rezamos para que estén inscritos en el cielo, no con la tinta
del recuerdo que con el paso del tiempo se diluye, sino con la rúbrica hecha
por los corazones de Jesús y de María en el cual nadie queda fuera una vez que
opta por dejarles entrar en toda su vida: en su mente y en su corazón.
2. “Nos formaron en la ciencia y la
virtud”.
Si algo se aprendía in illo tempore en nuestro Colegio era a
valorar la vida interior, como un verdadero sagrario en el cual Dios habitaba
haciendo realidad la invitación que en el
medievo católico se hacía en los cruces de los polvorientos caminos: ¡Salva tu alma! Se esculpía en los pétreos crucifijos.
En efecto, la búsqueda de
la santidad era presentada como un atractivo que invitaba a enfrentar variados
desafíos, por ello entre los egresados había múltiples vocaciones de
consagración en la Iglesia y servicio a la sociedad como laicos comprometidos
con el futuro del mundo que era visto desde una perspectiva de creyentes.
Nuestro Colegio tenía la
misión de colaborar en la educación impartida al interior del hogar. Por esos
años ya se implementaban las denominadas Escuelas para Padres, que eran breves
jornadas para el padre y la madre; se iniciaba la catequesis familiar en la
cual los padres de familia asumían la tarea de educar a sus hijos para recibir
la primera comunión, que tempranamente se recibía junto al sacramento de la
confirmación. Sin duda, la gracia emanada del sacramento donde viene a nosotros
el Autor de toda gracia en la Santa Misa, como la recepción de los siete dones
del Espíritu Santo permitía tener una particular sintonía con las realidades
del cielo y de la tierra.
SSCC VIÑA 1957-2017: 50 AÑOS
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La ciencia y la virtud no
era opuestas porque el mismo Dios que está en el origen de todo, nos ha dejado
su huella en la naturaleza, por lo que lejos de verificar una división
incompatible en fe y ciencia, enseñadas de verdad se verifica una necesaria
sintonía.
Por eso, volvemos a ofrecer “las coronas de laureles”, tal como reza nuestro himno. Como estupendamente
aparece plasmado en la montaña del Cubilete en las cercanías de la localidad de
Guanajuato (México), en la cual una imponente imagen del Sagrado Corazón que reina, tiene en sus manos laureles y
espinas. Así ha sido –probablemente- nuestra vida, y ahora, cada uno de ustedes
puede ofrecer espiritualmente al Señor
aquellos momentos de gozo y realización como de miseria y debilidad que
no han de haber faltado en vuestro caminar de cinco décadas de egresados. Demos
gracias a Dios por medio de la Virgen María cuyo Mes bendito celebramos por
este reencuentro de misa y mesa que
el Señor Jesús ha permitido tener. ¡Que Viva Cristo Rey!
¡SALVA TU ALMA!
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