sábado, 18 de noviembre de 2017

“MADRE CASTÍSIMA”

 MEDITACIÓN SEPTIMA / MES DE MARÍA / AÑO 2017

1.     Tratando bien a nuestra Madre del Cielo.

Llevamos doce días celebrando el Bendito Mes de María. En él, diariamente restamos honrando a la Virgen con las denominadas “Letanías Lauretanas”, las cuales son peticiones dialogadas que datan de los primeros siglos del catolicismo. Desde el amanecer de la vida de la Iglesia se ha reconocido a la Virgen María por la grandeza de sus virtudes pues fue constituida por Dios como la “llena de gracia”.

Estas alabanzas comunitarias, que son 44 directamente relacionadas con una denominación a la Virgen, etimológicamente letanía viene del termino griego “litaneia”, que significa “súplica, peticiones o rogativas”. Estas las podemos dividir según se destaquen en la Virgen María: su santidad, su maternidad, su virginidad, su ejemplaridad, y su mediación.

Entonces, por su santidad decimos: Santa María, Santa Madre de Dios, Santa Virgen de las vírgenes…por su maternidad decimos: Madre de Cristo, Madre Virginal, Madre del Creador, Madre Castísima, Madre Virginal, Madre Inmaculada, Madre Amable, Madre de la Divina Gracia, Madre Purísima, y Madre del Salvador…por virginidad decimos: Virgen Digna de alabanza, Virgen Clemente, Virgen Fiel, Virgen Prudentísima y Virgen Poderosa….por su ejemplaridad decimos: Espejo de Justicia, Trono de Sabiduría, Causa de nuestra alegría, Vaso Espiritual, Rosa Mística, Torre de David y Casa de Oro…por su mediación: Arca de la Alianza, Puerta del Cielo, Estrella de la Mañana, Salud de los Enfermos, Refugio de los Pecadores, Consuelo de los Afligidos, Auxilio de los cristianos…por su realeza universal: Reina de los Ángeles, Reina de los Patriarcas, Reina de los Profetas, Reina de los Apóstoles, Reina de los Mártires, Reina de los Confesores, Reina de las Vírgenes, Reina de todos los Santos, Reina concebida sin pecado original, Reina elevada al Cielo, Reina del Santísimo Rosario, Reina de la Familia y Reina de la Paz.

PARROQUIA PUERTO CLARO VALPARAISO CHILE 2017


Hoy nos detenemos en una virtud de la Virgen María: la castidad perfecta, la cual está unida indisociablemente a la caridad. Recordemos que las primeras enseñanzas de Jesús, dado en el marco del Sermón de la Montaña, dijo: “Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios”.

Así, si verdaderamente permanecemos  cercanos al Señor, si procuramos serle fieles, la vivencia de la castidad en nuestra vida y sociedad será una realidad posible, pues nace del amor a Dios y se fortalece del amor en Dios.

El proyecto que Dios tiene para nosotros es que seamos santos, lo cual se obtiene por medio de una vida donde los dones dados por Dios y las virtudes que nos permite alcanzar,  sean el “tono” de nuestros ambientes donde “nos movemos y existimos”.

La castidad es una virtud que ha de ser vivida tanto por “casados” como por “solteros”, pues apunta a la perfección de la naturaleza humana. Así lo ha entendido la Iglesia por lo que a lo largo de su historia de dos mil años, el Magisterio no ha dejado de practicar la virtud de la castidad unida a su fuente y fruto que es el amor de Dios.

Entre los santos encontramos a varias parejas de matrimonios que fueron elevados a los altares: San Joaquín y Santa Ana; la Virgen y San José, los padres de Santa Teresa de Liseaux, Luis Martin y Marie-Zelie Guerin, cuya fiesta litúrgica celebra la Iglesia no en su fecha de muerte como es lo habitual, sino en la del día -12 de Julio- que contrajeron matrimonio religioso. Pr tanto, no hay que ingresar a un convento para la real vivencia de la virtud de la castidad, como la vivió la Virgen María en el día donde la honramos como la “Madre Castísima”.

Es que “purísima debía ser la que en sus entrañas portase al Autor de la salvación del mundo, toda vez que constituida “llena de gracia” fue revestida de toda virtud en todo momento de su vida. En su alma en ningún momento hubo atisbo de imperfección o maldad, por ello tuvo una particular amistad con Dios la cual fue fortalecida por la vivencia de la santa pureza…sin la cual no hay caridad verdadera. Un antiguo refrán dice que “una mano lava la otra” para explicar la conveniencia de ambas, de modo similar acontece respecto de la “caridad” y la castidad”…No se da una,  sin la otra…Donde está una,  está la otra…Se pierde una,  y se extravía la otra.

La falta de castidad en la vida tiene consecuencia en nuestra vida espiritual: ceguera de espíritu, la inconsideración, la precipitación, la inconstancia, el egoísmo, el odio a dios, el apagamiento a reste mundo, el disgusto hacia el mundo futuro (San Gregorio ;Moralia I, 31c.45).
Una existencia donde reine el desenfreno moral que esté en contradicción con la voluntad de Dios sin duda constituye  un serio obstáculo para comprender las realidades sobrenaturales. Cuando nuestro cuerpo lo hacemos enemigo del alma es a la vez enemigo de Dios. Entonces, siempre tengamos presente que la castidad es posible porque a la vez es necesaria.

¿Qué medios tenemos para vivir la virtud de la castidad hoy?

a). “Determinada determinación”: Esta expresión es de Teresa de Ávila. Implica querer con firmeza colocar los medio necesarios y oportunos para aceptar las caídas, hacer los propósitos de enmienda y eventuales reparaciones a los daños causados. Sin endiosar la fuerza de voluntad hay que procurar poner por obra lo que sea necesario para llevar una vida pura. No somos impecables pero si estamos llamados a ser intachables en el estado de vida que por vocación hemos optado.

“Siempre ha sido tenida en la más alta estima por la Iglesia, como señal y estímulo de la caridad y como manantial extraordinario de fecundidad espiritual en el mundo” (Lumen Gentium, número 42).

 CERRO TORO VALPARAÍSO  PARROQUIA PUERTO CLARO CHILE


b). Apoyarnos en los medios de la gracia. Dios nos ha colocado diversos medios para tener una amistad con el y permanecer unido. Así la oración, la lectura de la santa biblia, la comunión frecuente, la confesión sacramental con armas que nos defienden de toda tentación que tienda a hacernos pensar que el instinto tiene la última palabra en nuestro actuar. No. La última palabra en todo y siempre la tiene Dios.

c). Ahora es el tiempo de esta virtud: San Agustín de Hipona recuerda que en un tiempo de su vida le pedía a Dios la virtud de la castidad pero no “al tiro”, no es instantáneo…”las virtudes no se alcanzan expeditas ni rapiditas son –más bien-  lentitas pero no lentejas…, “tenía miedo que Dios lo oyera demasiado pronto” y seguía cegado por tantas tentaciones consentidas. El cambio es ahora, por lo que no debemos buscar atajos para obtenerla. Por eso la mortificación de los sentidos de la vista e imaginación es fundamental implementarlo sin postergación, porque la mayoría de las faltas con tra la castidad nacen por la vista y recuerdos. De la imaginación (la mente es como la loca de la casa que va de un lugar a otro sin saber nada).

d). Organizar bien nuestras actividades: El ocio es la madre de todos los vicios: Las actividades propias de la vida, trabajo, labores en el hogar, estudio, deporte, de suyo cuando se procura hacer de la mejor manera posible, ocupan nuestro tiempo casi en su totalidad. Mas, el dejar espacios sin hacer nada conlleva al “ocio vicioso” que oscurece nuestros propósitos.

Imploremos en este octavo día del Mes Bendito de la Virgen, donde la reconocemos como la “Madre castísima” que nos permita valorar tantas vocaciones de servicio a los más necesitados y caridad engastadas bajo el afluente de la castidad, la cual día a día colocamos espiritualmente en la patena de nuestros altares como ofrendas preciada a los ojos de Dios. ¡Que Viva Cristo Rey!

     

    

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