miércoles, 22 de noviembre de 2017

“VIRGEN CLEMENTÍSIMA”

 MEDITACIÓN DÉCIMA   /   MES DE MARÍA   /   AÑO   2017


Hoy meditaremos sobre una nueva denominación de la Virgen María. Es la Madre clementísima. ¿Qué implica para nosotros una persona clemente?

Personalmente, tengo tres hermanos: uno partió al cielo a meses de nacer y dos que son mayores, distanciados como peldaños de una escala, un año cada uno. Muchas veces, cuando los padres se veían obligados a aplicar algún castigo por la falta de uno de ellos, pasado un tiempo,  en calidad de hijo mejor,  tenía el poder tácito de interceder para que el castigo impuesto fuese “aminorado”, es decir, que cumplida ya una parte  de la sanción fuese cambiada por otra “forma de sanción”. De algún modo, buscábamos el indulto de nuestros padres.

Indudablemente, hay que reconocer que en toda familia se verifica un antiguo refrán: “niño pequeño, pequeño  problema; niño grande, gran problema”, por lo que una vez aplicado al castigo nos sentíamos llamados  a interceder siempre en favor de nuestros hermanos…y lo hacíamos a pesar que nuestra conducta no era de lo mejor, ni –ciertamente- la más edificante muchas veces.   

Con insistencia, como hermanos intercedíamos para que esa sanción fuese disminuida  (mitigada). Algo semejante suele ocurrir  al interior de una sala de clases: los alumnos de un mismo curso–en general- imploran con una insistencia audaz para que cuantos son merecedores –debidamente- de una sanción disciplinar,  no sufran todo el rigor de lo establecido por el reglamento interno y protocolos de conducta del colegio.

Lo anterior, nos demuestra que quien ama de verdad a una persona no desea que aquella, aun siendo culpable objetivamente, sea rigurosamente castigada. La clemencia es una es una virtud que nace del amor y se nutre de él.

A este respecto diremos que si uno puede interceder siendo un simple “pecador”,   con otra persona, en este caso nuestros hermanos, compañeros de curso, y amigos, ¿Cuánto mas no dejará de hacerlo la Virgen Madre de interceder por quien ha sido merecedor de un castigo?

Recordemos que la Virgen Santísima fue concebida sin pecado original, por lo que en ningún momento estuvo sujeta a falta e imperfección alguna, según lo cual su poder de implorar bendiciones es, por el querer de Dios mismo,  sin duda de un carácter ilimitado.

No sólo todos cabemos en su corazón, sino que además,  su corazón palpita pidiendo que la misericordia vaya más allá de lo que en estricta justicia merecen nuestros pecados.

En la actualidad,  en la sociedad reina la aplicación de una justicia que promueve el que ojalá (la aplicación del castigo)  sea lo más estricta posible; donde se procura que sea aplicada de manera inflexible y, en ocasiones, hasta se busca un espíritu inmisericorde.  ¡Cuántas veces escuchamos a nuestro alrededor: Ni perdón ni olvido!

Ante la explosión de la violencia y de los delitos muchos claman justicia con el odio en el corazón. Nuestra condición de católicos, que sabemos lo que dice la Santa Biblia y procurarnos identificarnos con la persona de Jesucristo reconocemos que la venganza “nunca es buena consejera” porque “mata el alma y la envenena”...

La clemencia está íntimamente unida a la misericordia: En efecto,  la clemencia es la virtud que templa el rigor de la justicia con la misericordia (Santo Tomas de Aquino), permitiendo conceder el perdón generoso al culpable y la disminución del castigo merecido por las faltas cometidas.

La clemencia es una virtud que nace del amor y se nutre de él, por esto, para el católico es una necesidad nacida del amor a Dios y del amor de Dios el interceder por cuantos, estando de nuestra parte, podemos morigerar los castigos “de este mundo” y “del otro”.

Así, aquí podemos promover que quien merece una pena muy dura, como es la pena de muerte tenga la posibilidad de otra manera de purgar el mal cometido, por grave que éste haya sido; quien padece enfermedad terminal o grave daño psiquiátrico pueda purgar sus delitos en un centro hospitalario, en su hogar. Ensañarse con quien ha cometido un delito grave es moralmente tan grave como el mal cometido, y eso no es propio de quien se llana discípulo de Cristo.  La pregunta que dice la Sagrada Escritura ¿Dónde está tu hermano? No sólo se la hace a quien obra malamente sino que se repite a cada uno de nosotros hoy, al recordar lo dicho por el Señor: “Lo que hicisteis con estos a mi lo hicisteis”

De manera semejante, con las almas de nuestros difuntos hemos de actuar clementemente, pues al orar por ellos e implorar por su eterno descanso, aplicando los méritos obtenidos por el Señor en la Cruz, con la celebración de la Santa Misa, abreviamos sino suprimimos su estada en aquel lugar de purificación como es el purgatorio.

Como esta virtud actúa eficazmente para obtener indulgencia entre una falta y el castigo debido, la Virgen María como madre que es de cada uno es la más virtuosa en lo que se refiere a la clemencia. ¡Nadie la vence en generosidad!

El amor misericordioso de la Virgen es el que permanece más cercano al de su Hijo.  Sin duda, es la que mejor conoce el valor que tiene nuestra alma para Dios….Si le costamos el precio de la sangre que fue derrama en el Calvario por cada uno, “valemos precio de su sangre dice San Pablo.

Entonces cómo no reconocer a la Virgen María como la Madre Clemente si lo único que anhela es que la sangre derramada y los sacrificios hechos por su Hijo y Dios sean eficaces para redimir a cada bautizado.

En algunos países los presidentes pueden indultar a los condenados a muerte, pensemos cómo suplicaría una madre para que su hijo no termine ajusticiado: en una silla eléctrica, en un paredón, o en una horca. ¡Cuánto más insistirá la Virgen Santísima por nosotros si a ella el Padre eterno nada le niega y todo le concede?

Oración: Oh Madre del hijo pródigo, que aprendiste de Jesús a perdonar, a hacer una fiesta cuando éste regresa a casa. Hemos huido de casa muchas veces,  creyendo que la vida sin Dios es más atractiva y emocionante, y hemos regresado cansados y heridos al lugar donde tú nos has recibido, por lo que si en el Corazón de Jesús hay más alegría por un pecador que regresa, en tu alma clementísima, hay fiesta por cada hijo que pasa de la muerte a la vida y le recuperas para el cielo.
¡Que Viva Cristo Rey!





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