miércoles, 22 de noviembre de 2017

“MARÍA DIGNA DE VENERACIÓN”.

MEDITACIÓN DÉCIMO PRIMERA   /   MES DE MARÍA   /   AÑO 2017



1.     Dar a Virgen María el cariño que merece.

¿Qué nos convoca llegar diariamente durante un mes a este lugar sagrado? ¿Qué nos hace dedicar –impostergablemente- una hora al día y colocarnos frente al altar y a la imagen de la Virgen María?

Sin duda, lo mismo que llevó a los apóstoles a cuidar a la Virgen durante su vida en la localidad de Nazaret y de Éfeso; lo mismo que convoca a cada católico a recordar con cariño y llenar de reconocimiento agradecido a la madre de Dios desde hace dos milenios.

El primer reconocimiento lo tributa el mismo Dios a quien elige para ser  la Madre de Jesús, por ello las palabras del Arcángel Gabriel dichas a la Virgen son basilares en la piedad mariana y en darle el título que hoy invocamos: “Madre digna de veneración”.

Una antigua canción mexicana dice: “Amor con amor se paga”, lo cual evidencia que el amor exige una  mutua correspondencia. Y es lo que como creyentes procuramos hacer al tributar un acto de gratitud y culto muy especial en honor a lo que la Virgen María hace y a lo que la Virgen María es ante Dios.

El Arcángel dice a la Virgen: “Ave, Llena de Gracia, el Señor Dios está contigo” (San Lucas I, 42). Fijemos que la palabra “Ave” era el saludo dado a quien tenía un señorío especial, y ocupaba un papel en la sociedad importante, estando reservado para ocasiones especiales y solemnes.

Si invertimos la frase queda el nombre de “Eva”, la cual siendo “madre de vivientes” aceptó la tentación en el paraíso terrenal por el cual entró el pecado en el mundo. “Ave María” implica tributar a la Virgen el reconocimiento en ser considerada como la aurora de la salvación del mundo.

Luego vemos que este saludo del Arcángel tiene un eco en las palabras que profiere Isabel –la madre de San Juan Bautista y prima de Virgen- ante María: “Bendito es el fruto de tu vientre”, y que la Virgen reconoce de inmediato: “me felicitan todas las generaciones” en medio del canto del Magníficat (San Lucas I, 48).


En el calvario Nuestro Señor dijo a San Juan, en quien está la Iglesia representada: “Hijo ahí está tu madre”, y añade explícitamente que el apóstol “la recibió en su hogar”, con lo cual dispensaría todo cuidado, cariño y reconocimiento.

La devoción hacia quien es “digna de veneración” nace del amor a Jesús, toda vez que si el mismo Cristo vivió obediente y cariñoso con su madre durante casi tres décadas  ¿Cuánto más hemos de hacerlo quienes como bautizados deseamos imitar a Jesús en todo? Si amamos al Señor hemos de hacerlo igualmente con su Madre. ¡Si a Cristo! ¡Si a María!

La “veneración” es definida como un sentimiento de profundo respeto y admiración inspirado por la dignidad,  por la grandeza de las virtudes, y por los méritos de una persona, en este caso de la Virgen Santísima.

Si nosotros queremos a nuestros padres, vemos en ellos un conjunto de virtudes, de dignidad y de méritos que les hacen poseedores de todo nuestro cariño, de toda nuestra gratitud, y de todo nuestro servicio. Entonces, si a ellos los “veneramos”  porque nos han transmitido el don de la vida y de la fe,  y son importantes y bondadosos  con nosotros, ¿Con cuánta mayor razón y fuerza no hemos de dejar hacerlo con quienes hemos recibido al autor de la vida y de la fe?

La finalidad de ese acto de veneración consiste en descubrir cómo crecía, cómo se preparaba, cómo respondía nuestra Madre Santísima a lo que Dios le iba pidiendo a lo largo de su vida y que para nosotros es una enseñanza y fuente de sabiduría y santidad.
Desde el año 225 se hace la primera alusión directa de la Virgen María en la celebración de la Santa Misa (a 192 años de la muerte y resurrección del Señor). Desde entonces  son múltiples las celebraciones litúrgicas en las cuales se tributa una veneración especial a la Madre de Dios, a lo largo de todo el Año Litúrgico pues la Iglesia honra a la Virgen en el culto dado a Jesucristo.

 ¿Cómo saludar en este Mes Bendito a quien es “Digna de veneración”?

a). Encomendarnos al despertar y al dormirnos a la Virgen: Como buena Madre Ella desea que toda nuestra jornada diaria esté consagrada a Dios, y nos acompaña con su presencia maternal a lo largo de todo el día.

b). Recordar a la Virgen en sus imágenes: Del material que sean y con el rostro que tengan, las imágenes de la Virgen María siempre son bellas para los hijos, de la misma forma como a nuestra  madre siempre la encontramos bonita –buenamoza- en las fotografías. Nadie deja la foto de su mamá en cualquier parte, y por el contrario, cada vez que mira una de ellas le surgen sentimientos de gratitud y de respeto que,  en el caso de la Virgen Santísima,  constituye  un acto de especial veneración.  Siempre recemos al pasar frente a una imagen.

c) El Rezo del Ángelus: En muchos colegios y templos a las doce del día se interrumpen las actividades y clases para rezar una oración que recuerda la visita del Arcángel Gabriel a la Virgen. Es breve y muy hermosa porque es el texto que indica el momento que Cristo vino al mundo para salvarnos.

c). El rezo del Santo Rosario: Es la oración predilecta de la Virgen María , que solicitó recitar en la última aparición que hizo a los tres pastores de Fátima (Lucía, Francisco y Jacinta). Implica dar un ramo de rosas espirituales a la Virgen. Este Mes Bendito es la oportunidad para aprender a rezarlo.

d). Asistir al Mes de María: Sin duda es un sacrificio grato a nuestra Madre del Cielo ver cómo se le dedica treinta días para decirle que la queremos, que es importante para nosotros y que por Ella vamos hacia Jesús. Es fundamental crecer en las virtudes cristianas durante este tiempo de gracia como este Mes.

e). Uso del Escapulario: La Virgen prometió que quien lo porte no se condenará sino que alcanzará la bienaventuranza eterna. Es como el habito de quien se sabe consagrado a la protección de la Virgen y de quien coloca bajo su manto protector todos los anhelos, proyectos y trabajos. Su uso nos permite poder ser reconocidos como discípulos de María, y es como un “free-pass” a su corazón maternal.

f). Visitar una Gruta y Santuario: A lo largo de nuestras ciudades podemos buscar lugares donde exista una imagen de la Virgen e ir a rezar ante ella. Por ejemplo, tenemos el Santuario de Lo Vásquez; la Gruta de la Virgen en 15 Norte; la imagen de Stella Maris camino a Reñaca; la imagen de Playa Amarilla en Con-Con. Que la Virgen cuente con nuestro afecto y compañía, especialmente en aquellos lugares más distantes. ¿Cuántas bendiciones nos tendrá reservadas allí?  ¡Que Viva Cristo Rey!




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